17/10/2025
Me encontré a un vendedor de tamales en el centro y me ofrecí a comprarle todo lo que me alcanzara. Lo que yo no sabía era que tenía su olla casi vacía.
Para hacer la cadena de favores, me ofrecí a pagarle la misma cantidad por los que tuviera, porque más allá de los tamales, lo que vendía era su esfuerzo.
No me creyó al principio, y cuando entendió que era en serio, su sonrisa valió cada peso. Porque cuando ayudas sin esperar nada a cambio, no solo cambias el día de alguien… cambias el tuyo también.