11/09/2025
Imagina esto por un momento:
Sales de tu casa rumbo a la escuela, revisas tu celular, piensas en la clase que tendrás, en la tarea que aún no entregas, en los planes con tus amigos. Es un día normal.
Así iba Daniela, estudiante de la UNAM. Nunca imaginó que esa rutina de cada día se transformaría en dolor. En segundos, la explosión de una p**a de gas cambió su vida para siempre. Hoy está irreconocible, con quemaduras graves, preguntándole a Dios “¿por qué a mí?, ¿por qué así?”.
En ese mismo instante, una abuela de 49 años abrazó a su nieta de apenas 2 años y la cubrió con su cuerpo. La niña sobrevivió, pero la mujer quedó con el 90% del cuerpo quemado. Hoy lucha por su vida, mientras su memoria se desvanece por el trauma.
Y tú… yo… nosotros… nos seguimos quejando porque el tráfico está pesado, porque el café está frío, porque el celular se quedó sin batería.
Nos quejamos porque “la vida es dura” cuando en realidad no valoramos lo que tenemos: el simple hecho de estar vivos, de poder caminar, respirar, ver a quienes amamos.
Estas víctimas no tuvieron culpa. La p**a de gas no tenía seguro vigente. Fue la corrupción, la negligencia y la impunidad las que dejaron que circulara. Esa corrupción que parece invisible hasta que arranca vidas y deja familias destrozadas.
Hoy, más de 70 personas viven el in****no de las quemaduras, el luto de perder a alguien, o la incertidumbre de no saber si su ser querido sobrevivirá. Y nosotros seguimos discutiendo por cosas simples, que comparadas con este dolor, no valen nada.
Deja de quejarte por lo que no importa.
Valora tu vida, tu familia, tu salud, tu tiempo.
Cada instante puede ser el último.
Que esta tragedia en Iztapalapa no sea solo una noticia más que olvidamos en un par de días. Que sea un recordatorio brutal de lo frágiles que somos, y de la urgencia de cambiar un país donde la corrupción y la indiferencia siguen matando inocentes.
Hoy, antes de dormir, abraza a quienes amas. Pide perdón, da gracias, guarda silencio y
