11/01/2023
El día de hoy estaré hablando sobre la relación que tiene la fe con el quehacer científico.
Por eso quiero comenzar diciendo que toda actividad científica presupone algún tipo de creencia religiosa. Esta es una verdad muy incómoda para muchos, y por lo mismo ha sido negada una y otra vez. Incluso existen mitos populares que tratan de ridiculizar y privatizar la fe. Por ejemplo, se afirma que la religión es un invento humano; que la religión es un asunto privado; que la ciencia es neutral en relación a la fe. Pero eso no es así.
Karl Marx sostuvo que la religión es un producto social. Según él, el hombre viéndose oprimido por las estructuras sociales que le impiden su auto-realización, trata de encontrar su liberación en el mundo ilusorio de la religión. Para él, la religión es creación del hombre. Sin embargo, esta afirmación es errónea, ya que la religión en su sentido estricto, apunta a esa relación central que define a todo hombre ante su creador. Visto así, es el hombre quien ha sido creado por Dios como un ser religioso. Y esa naturaleza religiosa le impulsa a buscar un significado absoluto de la vida. Entonces la religión no es creación humana.
Como ser religioso el hombre fue creado para estar ligado a Dios en una relación de pacto. Tal ligadura no puede romperse, aunque si pervertirse. Y cuando se pervierte, nace la idolatría. La idolatría surge cuando el hombre no reconoce al Dios de la Biblia y coloca algo de la creación en lugar de Dios. Algún elemento, aspecto, o fenómeno de la creación es elevado a principio absoluto. Así, el corazón, como el asiento religioso comienza a ser gobernado por algún ídolo. Sin embargo, a pesar de su idolatría sigue estando delante del rostro de Dios. Sigue estando bajo la exigencia del pacto que le obliga adorar a su creador.
La fe, una vez descarrilada produce idolatría. Por eso lo que conocemos como incredulidad no es ausencia de fe, sino más bien, es fe descarrilada. Pensemos por un momento que en el mundo existe una pluralidad de religiones. Eso es así porque la fe verdadera se ha descarrilado.
Ahora bien, para nuestros fines, veamos que estas religiones, aunque muy diversas, comparten algo en común: “todas reconocen algo divino” (Nancy, Hallazgo, 52). Aquello que es realidad eterna, increada, auto-existente, y origen de todo.
Así es como llegamos al punto donde advertimos la influencia de la religión sobre la ciencia. Las diversas disciplinas científicas evocan alguna realidad auto-existente de donde se origina todo. Pero ¿cómo sucede esto? Hay dos pasos que se siguen. Primero, las creencias religiosas impactan directamente sobre la filosofía. La filosofía como ciencia panorámica trata de explicar la realidad, pero lo hace desde algún compromiso religioso. Segundo, las diversas disciplinas científicas abrevan de determinados sistemas filosóficos que previamente han sido impactados por creencias religiosas. De esta forma, en la teoría “las creencias de divinidad se usan para construir explicaciones en las que se convierten en las suposiciones básicas que guían la formación de hipótesis” (Clouser, Mito, 44). Y entonces, “la interpretación del contenido de una teoría difiere dependiendo del contenido de la creencia religiosa que presupone” (Clouser, Mito, 4). Así es como la religión ejerce su influencia sobre la ciencia.
Pero si aún no queda clara la idea, permíteme darte algunos ejemplos. Para Tales de Mileto el agua era la realidad última y origen de todo. Anaximandro diría que el origen del mundo estaba en esa realidad indefinida, llamada ápeiron. Platón, postuló el mundo de las ideas como realidad última, increada, eterna, inmutable, y origen de todo. Para Pitágoras el principio de todo era el número. Y si nos remontamos a la época moderna podemos ver que el materialismo científico postula a la materia como esa realidad última de donde fluye todo. Todo se reduce a la materia, donde la explicación última de la realidad lo tiene la física. Otro ejemplo, es el evolucionismo. Todo fluye de un proceso evolutivo de selección natural. Pero resulta que para afirmar esto, exige que el científico previamente esté comprometido con el naturalismo filosófico.
Por todo lo anterior, resulta obvio que la influencia de la religión en la teoría es inevitable. Toda vez que, la explicación de los fenómenos del cosmos se hace a partir de compromisos religiosos.