
18/05/2025
Si el alumno “no se adapta”, tal vez la escuela no está lista
Nos enseñaron a pensar que si un niño “no se adapta” a la escuela, el problema está en el niño.
Nos repitieron que el aula es lo que es, y que quien no encaja debe cambiar: aprender a portarse, esforzarse, hablar más, hablar menos, regularse, parecerse.
Nos dijeron que la inclusión consiste en hacer espacio. Pero nunca dijeron que ese espacio tenía que ser diferente, más justo, más humano.
Y ahí empezó el error.
Porque no, no siempre es el alumno quien no está listo para la escuela.
Muchas veces, es la escuela la que no está lista para el alumno.
No está lista para su forma de comunicar.
No está lista para sus necesidades sensoriales.
No está lista para su manera única de aprender, de jugar, de participar.
Y como no está lista, lo convierte en problema.
Lo etiqueta.
Lo condiciona.
Y si la familia insiste, entonces se les da una “solución”:
“que venga con maestra sombra”,
“que se porte mejor”,
“que se adapte al sistema”.
Pero ¿y si lo que tiene que cambiar es el sistema?
La inclusión real no empieza preguntando:
“¿qué le falta al niño para encajar?”
Sino:
“¿qué le falta al entorno para incluir?”
Ya no alcanza con buenas intenciones. Ya no basta con discursos bonitos.
Si una escuela no se rediseña desde sus cimientos, currículo, formación docente, cultura institucional, no es una escuela inclusiva.
Es solo una institución que maquilla su exclusión con palabras bonitas.
Y si duele cambiar, es porque fuimos educados en un modelo que nos dijo que solo hay una forma correcta de aprender, de estar, de participar.
Pero eso no era inclusión.
Era domesticación con buena prensa.
Hoy, más que nunca, hay que decirlo claro:
El problema no es el niño.
El problema es una escuela que se niega a dejar de ser rígida, uniforme, vertical.
Una escuela que no está lista para la diversidad, pero que espera que la diversidad esté lista para ella.
Porque la verdadera inclusión no es una excepción para algunos.
Es una transformación para todos.
Y si la escuela no está lista para eso, entonces no está lista para el presente.
Ni mucho menos para el futuro.