02/10/2025
Hechos 3:19
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.”
En este versículo nos enseña que por medio de Pedro, Dios sanó a un hombre cojo de nacimiento, que estaba en la puerta del templo llamado La Hermosa, pidiendo limosna, la multitud quedó maravillada al verlo saltar de alegría y glorificar a Dios. Ante este acontecimiento, Pedro inspirado por el Espíritu Santo, no desaprovechó la ocasión para predicar el evangelio de salvación en Cristo Jesús.
Pedro declaró que aquel milagro no provenía de su poder humano, sino del Dios nuestro, de Abraham, de Isaac y de Jacob, el mismo Dios que glorificó a su Hijo Jesucristo para nuestra salvación.
El apóstol llama a todos los presentes a arrepentirse y convertirse. El arrepentimiento significa un cambio profundo de mente y corazón, un don de Dios, como enseña el apóstol Pablo en 2 Timoteo 2:25. Es volverse activamente hacia Dios, dar un giro completo en dirección a Él, porque lo que nos aleja de Dios es el pecado y maldad, y solo Su gracia puede restaurar nuestra relación con Él.
El texto nos enseña que, a través del arrepentimiento, los pecados son borrados. Esto implica que Dios limpia por completo el registro de nuestra maldad gracias a la obra expiatoria de Cristo Jesús. Colosenses 2:14 nos recuerda que “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros… clavándola en la cruz”.
El profeta Miqueas añade una imagen poderosa de este perdón en Miqueas 7:18–19: Dios sepulta nuestras iniquidades y arroja nuestros pecados a lo profundo del mar. Gloria a Dios por su misericordia y amor incomparables!
Podemos concluir que el arrepentimiento es posible únicamente por la gracia de Dios a través de Cristo Jesús. El perdón está fundamentado en Su obra redentora. Fe y arrepentimiento son inseparables y ambos son dones divinos, oramos, clamamos a Dios para que traiga a más hombres al arrepentimiento para salvación.
Dios sigue llamando a cada corazón a arrepentirse y volverse a Él. En Cristo hay perdón total y verdadero refrigerio para el alma.