12/12/2025
Ramón Celestino Medrano: ausente para trabajar, presente para reprimir en Rosarito
El Ayuntamiento de Playas de Rosarito volvió a mostrar su peor rostro, y el protagonista, una vez más, fue Ramón Celestino Medrano, Oficial Mayor que no trabajó, no resolvió y no dirigió… pero que sí reprimió.
Lo ocurrido confirmó lo que ya era evidente: el funcionario más consentido de la alcaldesa Rocío Adame pasó de ser un inútil administrativo a un portero autoritario.
Durante la manifestación ciudadana por el aumento descomunal —de hasta 400%— en el costo de las actas de nacimiento y otros trámites, Medrano no salió a escuchar, no dialogó ni buscó soluciones.
Salió a limitar derechos.
Con tono de capataz, interceptó a las y los manifestantes para advertirles que “solo tres personas podían entrar”, una ocurrencia sin sustento legal, sin respaldo normativo y completamente contraria a los principios que presumieron la 4T y Morena, que se dijeron gobiernos cercanos al pueblo.
La escena fue absurda y reveladora: un Oficial Mayor que rara vez estuvo para trabajar, ese día sí apareció… pero para bloquear. Mientras su oficina permaneció cerrada y su secretaria repitió el ya conocido “el oficial mayor no se encuentra”, Medrano se arrogó facultades que no le correspondían, actuando como si el Ayuntamiento fuera su propiedad privada.
Lo más grave fue que este comportamiento ocurrió porque Rocío Adame lo permitió. Medrano fue su protegido político, su intocable, su consentido. El único funcionario que pudo hacer todo lo que no debía hacer y nada de lo que sí le correspondía, sin recibir consecuencia alguna.
Un hombre que respondió con soberbia incluso a la propia presidenta municipal —“yo se lo hago llegar”— replicó esa misma actitud frente a la ciudadanía. La arrogancia que arrastró ya no solo hundió la administración: pisó a la ciudadanía.
Rosarito no mereció un Oficial Mayor que jugó a dictador improvisado, ni una alcaldesa que toleró este nivel de abuso, desorden e improvisación.
Lo ocurrido no fue un incidente aislado: fue la evidencia más clara de que Ramón Celestino Medrano, como consentido del poder, puso en ridículo a todo el gobierno municipal.