23/08/2025
Una aventura que no termina.
Últimamente he visto partir a varios amigos.
Es un dolor extraño, porque aunque el tiempo y la distancia nos hayan separado, cada reencuentro siempre fue como regresar a esa gran aventura juvenil: las risas en la calle, las pláticas interminables, los sueños que compartíamos cuando aún todo parecía posible.
Éramos compañeros de camino, creciendo juntos, formándonos, aprendiendo a vivir.
Y ahora, cuando alguno de ellos se adelanta en el viaje, mi corazón se aprieta.
Hace poco escuchaba al Presidente Donald J. Trump hablar de cómo esperaba ganar el cielo con obras de paz entre naciones, y pensé: el cielo no se gana con tratados ni con méritos humanos.
Ninguna buena obra puede comprarlo, porque el precio ya fue pagado con la sangre de Cristo en la cruz.
Por eso, aunque se diga comúnmente “que en paz descanse”, la verdadera paz eterna solo la conoce aquel que aceptó a Jesús. La única puerta al cielo es creer en Él, reconocerlo como Señor y Salvador, pedirle que entre a nuestra vida.
No se trata de reglas, ni de religiosidad vacía, sino de una relación diaria, viva y sencilla con Cristo.
Al final, la mayor aventura no fue aquella juventud llena de sueños, sino el amor de Dios que nos invita a vivir con fe, esperanza y amor.
Y así, mientras mis amigos siguen partiendo, yo abrazo la promesa: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa”, ahora es tu oportunidad no la dejes pasar.
El viaje de la vida no termina con la muerte… apenas comienza la eternidad. 🌟✝️