15/09/2025
Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais mu***os en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (Efesios 2:1-2). En su carta a la iglesia de Efeso, Pablo escribe sobre el gran regalo que Dios les ha dado a través de Su Hijo (2 Corintios 9:15). Gracias a Jesús, las personas no son simplemente malas que se vuelven buenas, sino que son personas muertas que cobran vida.
Antes de rendirnos al llamado del Espíritu Santo, nuestro espíritu está mu**to a las cosas de Dios (Romanos 8:8). No tenemos nada bueno dentro de nosotros mismos y ningún deseo de someternos a nuestro Creador. Estamos mu***os espiritualmente y no hay forma de cobrar vida. Así como un cadáver no puede hacer nada para ayudarse a sí mismo, nosotros tampoco podemos salvarnos o hacer algo para limpiar nuestros pecados. Ni siquiera podemos producir el deseo de obedecer a Dios. Estábamos mu***os a causa de nuestro pecado. Los mu***os necesitan alguien que les dé vida. Juan 1:4 dice de Jesús, "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres".
La vida que Jesús da no es simplemente la vida eterna en el cielo (Juan 3:36; 14:2; Tito 3:7), sino la vida espiritual en la tierra que nos permite vivir el propósito para el que nos creó. Nuestro espíritu mu**to se pueden comparar con un globo desinflado dentro de nuestras almas. Difícilmente somos conscientes de su presencia mientras vivimos para nosotros mismos, bajo el mandato del pecado (2 Pedro 2:19; Romanos 6:16). Cuando respondemos al llamado del Espíritu Santo (Juan 6:44), nos arrepentimos de nuestro pecado y ejercemos la fe en el Señor Jesús (1 Corintios 12:3). Dios perdona nuestro pecado, concediéndonos la justicia de Jesús (2 Corintios 5:21), y envía al Espíritu Santo para que viva dentro de nosotros. La palabra griega para "espíritu" es pneuma, que significa "aliento" o "viento". En el momento de la conversión, el aliento de Dios llena ese globo desinflado, y nuestro espíritu mu**to cobran vida. Esta nueva vida espiritual empieza a funcionar, transformándonos de cadáveres sin vida y llenos de pecado para ser radiantes hijos vivos de Dios (2 Corintios 5:17; Efesios 2:5; Juan 1:12).
Cada ser humano en el mundo pertenece a una de estas dos categorías: espiritualmente mu**to o espiritualmente vivo. La religión no puede hacer vivir a un hombre mu**to. Las buenas obras, el esfuerzo y la tradición quizá se vean como vida para otros mu***os, pero no tienen el poder espiritual de transformar desde adentro hacia afuera. Jesucristo pagó el precio más alto para redimirnos de las garras de Satanás. El pecado destruye; pero el rendirnos a Dios trae la vida. Todos estábamos mu***os en nuestros delitos y pecados, sin embargo, podemos cobrar vida mediante la sangre de Jesucristo nuestro Señor (1 Pedro 1:2; Efesios 2:13).
***os