03/07/2023
Fomentando la lectura
A HUEVO NI LOS ZAPATOS ENTRAN
Imagina que vas a comprar unos zapatos. Visitas dos o tres zapaterías y de repente ves unos que te gustan mucho, demasiado.
Hay dos o tres características de esos zapatos que te hacen creer que son los zapatos ideales para ti. Entonces pides que te los muestren para medirtelos y el vendedor te dice:
–Disculpe, los de su talla se nos terminaron.
Esos zapatos te gustaron mucho y empiezas en tu mente a idear la manera de que esos zapatos te queden porque a como de lugar tú quieres tenerlos es tu armario.
Empiezas a justificar las razones por las que deberías llevártelos aunque no te quedan y también comienzas a idear maneras de ajustar tu pie a esos zapatos.
Si ese zapato tan bonito te queda chico tarde o temprano te va a lastimar; si ese zapato te queda grande, por mucho que intentes rellenarlos, nunca serán de tu talla y no vas a poder caminar cómodo con ellos y eventualmente van a hacer que te tropieces.
Tampoco es una buena idea intentar cambiar la talla de esos zapatos porque en el intento los vas a deformar y eso los va a hacer lucir feos y eso sería muy egoísta de tu parte.
Hay personas que tardamos mucho en darnos cuenta que "a huevo ni los zapatos entran". Te duele el pie si te aprietan o te duele la rodilla si están flojos porque no caminas de la manera correcta con ellos, pero un zapato que no te queda siempre duele.
Afortunadamente solo duele hasta que te das cuenta que en la zona del vestir existen muchas tiendas más por descubrir y en cada una de ellas existen muchos más modelos de zapatos.
Hasta que un día encuentras un par que te gusta tanto o más que los anteriores, estos te gustan por otras 3 o 4 características diferentes a las que tenían los otros. Solo que esta vez son de tu talla adecuada.
Te das cuenta que caminar no tenía que doler, no tenía que cansar, no tenía que molestar. Te quedan cómodos, te hacen lucir más guapo porque te sacan una sonrisa de lo bien que se siente traerlos puestos. Y lo mejor de todo es que corrijen tu postura, y hacen que tus pies y tus rodillas dejen de doler. Y te das cuenta que lo único que necesitabas era confiar en que encontrarías el par de zapatos ideal que antes creías que no podrías merecer.
P.D. Lo mejor de este post es que no hablo de zapatos. Confía, los ojos correctos un día te van a mirar en tu aparador y van a valorar tus diferencias como si fueran lo más especial de su mundo. En gustos se rompen géneros y para todos existe una medida ideal.
Writen by: Danny Díaz