07/08/2025
A veces, Dios no calma el mar, te enseña a resistir sus olas
Una niña de 11 años llevaba cuatro días flotando sola en el mar...
Noviembre de 1961, océano Atlántico, una balsa a la deriva y sobre ella, una niña deshidratada, con la piel quemada por el sol y apenas consciente.
Se llamaba Terry Jo, cuatro días sin comida, sin agua
y con una historia que nadie estaba preparado para escuchar.
Días antes, su familia había alquilado un velero para un viaje por el Caribe, su papá, un médico de Wisconsin, quería regalarles esas vacaciones soñadas, habían contratado como capitán a un exmilitar llamado Julian Harvey, que viajaba con su esposa.
Pero lo que parecía un paseo, se convirtió en una pesadilla, una noche, el capitán puso fin a la vida de su esposa para cobrar el seguro y como el papá de Terry descubrió lo ocurrido, también acabó con la vida de toda la familia, el papá, la mamá y los hermanos.
A Terry no le hizo daño directamente, la dejó encerrada en una cabina, esperando que el barco se hundiera con ella adentro, pero no lo logró, la niña escapó justo a tiempo y subió a una pequeña balsa inflable.
Mientras ella flotaba sola, el capitán llegó a tierra con el cuerpo de su esposa, fingiendo que había sido un accidente, pero cuando supo que Terry había sobrevivido, se encerró en un motel y decidió quitarse la vida.
Terry fue la única sobreviviente y gracias a su testimonio, el mundo conoció la verdad, una niña sola en el océano, sin nada, sin nadie, pero con una fuerza que la sostuvo hasta que alguien la vio y la salvó.
A veces, Dios no calma el mar, te enseña a resistir sus olas, porque sabe que tu testimonio será la tabla de salvación para otros.