26/02/2024
Reflexión del Santo Evangelio del 2o Domingo de Cuaresma. 25 de Febrero 2024.
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
«Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los mu***os.
Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los mu***os.
Reflexión: La Transfiguración de Jesús es un relato cargado de significado y enseñanzas profundas. Este episodio nos invita a reflexionar sobre la revelación de la verdadera identidad de Jesús como el Hijo amado de Dios. La imagen deslumbrante de Jesús, acompañada por la presencia de Moisés y Elías, simboliza la continuidad de la ley y los profetas en la persona de Cristo.
La reacción de Pedro, queriendo retener ese momento glorioso, refleja nuestra tendencia humana a aferrarnos a las experiencias extraordinarias y a buscar la comodidad en lo conocido. Sin embargo, la voz divina nos llama a escuchar a Jesús, a seguir sus enseñanzas y a reconocerlo como la máxima autoridad y revelación de Dios.
La prohibición de contar la experiencia hasta después de la resurrección resalta la conexión inseparable entre la Transfiguración y la victoria sobre la muerte. La luz deslumbrante en el monte anticipa la resplandeciente realidad de la resurrección, que dará pleno sentido a la revelación divina en la Transfiguración.
En nuestra vida espiritual, la Transfiguración nos insta a no aferrarnos solo a las experiencias extraordinarias, sino a reconocer la presencia divina en los momentos cotidianos y a seguir a Jesús en la fe, incluso cuando no entendemos completamente su plan. Escuchar a Jesús implica estar abiertos a su guía, obedecer sus enseñanzas y confiar en su promesa de vida eterna.
En última instancia, la Transfiguración nos llama a vivir con la esperanza de la resurrección, recordándonos que la luz de Cristo brilla incluso en medio de la oscuridad, y que su victoria sobre la muerte nos ofrece la promesa de una transformación gloriosa en su presencia.
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