24/07/2024
El amor es una presencia de fondo, no es un sentimiento sino una actitud. Es la aceptación incondicional y agradecida del otro tal y como es.
Es “te tomo tal y como eres. Gracias por haberme sido regalado. Gracias por ser como eres.”
Aprendemos el amor con los padres. Todo lo que nos separe del amor incondicional a los padres se interpondrá entre nosotros y los demás.
El amor se aprende y se repara con los padres. Cuando nuestro amor hacia los padres fluya, fluirá también hacia los demás.
La mayoría de las veces, enamorarse significa: «Me mueves mucho, pero te veo poco» (es decir, veo poco lo que en realidad eres, y veo mucho lo que en realidad deseo ver).
Dicho más claro: en el enamoramiento no vemos a la otra persona tal como es, sino como anhelamos y esperamos que sea. Y, aunque sea de forma inconsciente, albergamos la esperanza secreta de que, a través del otro, los asuntos no resueltos de nuestra infancia o de nuestra familia de origen encontrarán un camino y quizá una solución.
En el enamoramiento entran en juego de manera inconsciente complejos mecanismos de reconocimiento del otro y de la atracción que sentimos hacia el otro, que guardan resonancia con nuestra historia o sistema familiar de origen, además de representar una oportunidad concreta para la unión y para disparar nuestras flechas creativas al torrente sanguíneo de la vida.
Seguramente también es cierto que en el enamoramiento se produce una apertura y una inspiración inigualables en las que podemos percibir la profunda belleza del ser del otro, y verlo lleno de sus dones y talentos. Pero, al mismo tiempo, opera una particular ceguera en la que inventamos al otro a la medida de nuestras necesidades.
Por tanto, y paradójicamente, el enamoramiento puede ser gracia y un enorme movimiento expansivo del corazón en el cual vemos luminosamente al otro, y a la vez un oscurecimiento, en el que lo inventamos conforme a nuestras conveniencias. Y ambas cosas suceden al mismo tiempo, por incompatibles que puedan parecer.
Luego con el amor a segunda vista la persona, por fin, ha descubierto como es la otra persona: alguien tan imperfecto como ella misma, que no se corresponde para nada al ideal de pareja que se había forjado. En el fondo ese ideal es siempre una proyección de la madre, ni siquiera de la madre que hemos tenido, pero sí de una madre ideal…
El amor a segunda vista es un amor adulto que toma al otro como es, y a mis necesidades como son. Y parte de estas necesidades podrán ser cubiertas por la relación, y gran parte no… Yo seguiré siendo responsable de mis carencias y de su sanación.
Las tres palabras claves del amor en la pareja son: sí, gracias, por favor.
Sí, te quiero y te tomo tal y como eres. Gracias por ser como eres, gracias por todo lo que me has dado. Por favor, te necesito.
Lo que mata al amor
Querer cambiar a nuestra pareja, o desear que cambie es faltar al amor y al respeto. Es el germen de la separación.
Idealizar a alguien es faltarle el respeto.
Los ismos matan el amor. Machismo y feminismo (entendido como "hembrismo" -un término académico- ósea antagónico al machismo) tienen un objetivo: el poder sobre el otro. No permiten que se desarrolle el amor, lo persiguen como a un enemigo. Y en efecto si hay amor no hay postura de poder.
Cuando entramos en rivalidad de poder con la pareja, estamos sembrando la semilla de la separación. Hemos entrado en un juego de manipulación, estamos ciegos y sin amor. No alcanzamos a ver a la otra persona. Estamos en el pasado, viviendo un rencor, resentimiento o venganza del pasado, de nuestra infancia o de nuestros ancestros. Proyectamos un antiguo patrón destructivo sobre nuestra pareja, no la vemos ni la queremos querer.
Manipulación y violencia
Soltar los campos de memoria
El pasado distorsiona nuestra percepción del presente. Este pasado suele ser el de nuestro sistema familiar, como el de nuestra infancia.
La pareja es una comunidad de destino, quiere decir que la pareja es una relación necesaria para ambos sistemas familiares: ambos miembros de la pareja pertenecen, de ahora en adelante, a una nueva comunidad sistémica, creada por la fusión de sus sistemas de origen. Por lo que los miembros de la pareja necesariamente son complementarios, todo lo que viven en la pareja es compartido al cincuenta por ciento por ambos, incluido la manipulación y la violencia.
En la infancia, la relación simbiótica con la madre necesariamente tuvo carencias. Al crecer, el individuo, hombre como mujer, busca una nueva relación simbiótica, ya adulta y sexual, en la que proyectará lo vivido en la infancia, para reproducirlo como patrón y simultáneamente intentar resolver lo que quedó pendiente con su madre cuando era pequeño. Pero ese intento está abocado al fracaso. La adultez será aceptarnos como somos.
Ese intento de resolución del pasado es la base de la manipulación y existe en todas las parejas, pues es constitutivo de ese espacio de intimidad.
En la manipulación dejamos de estar en el Adulto y nos dejamos arrastrar por los roles de víctima y perseguidor, con los que intentamos hacer responsable al otro de nuestra carencia. Por eso la manipulación es fundamentalmente deshonesta.
En cuanto uno de los dos se da cuenta del “juego”, éste cesa.
El máximo grado de manipulación llega a la destrucción de los dos: uno mu**to y el otro en la cárcel, o ambos mu**tos. Cada uno ha sido simultáneamente víctima y perseguidor, vengándose con sentimiento de justicia, sin asumir nunca su responsabilidad.
Además de la infancia, cada persona está vinculada a una imagen de pareja que le viene por fidelidad a los campos de memoria con los que está vinculada, o intrincada. Esta imagen impide vivir el presente.
Son varias las imágenes posibles: esposo tirano / esposa víctima. Esposo tirano / esposa rencorosa, en el odio y el desprecio. Esposo víctima / esposa “feminista”, vengativa, tirana. Pareja de un solo miembro: viudo/a, divorciado/a, etc.
Detrás de estas imágenes están las creencias destructivas “todos los hombres son …” “Todas las mujeres son …” “El amor entre hombre y mujer es imposible” “El amor para mi es imposible”.
Lo que estos ancestros necesitan es que alguien les vea, con amor y respeto y compense sus fracasos en vez de imitarlos.
El hombre tiene que asentir que pertenece al campo de los hombres (maridos y padres), cual haya sido la historia de estos hombres, devolviéndoles su responsabilidad en el daño que hicieron a las mujeres, honrando sus sufrimientos, agradeciendo ser un hombre como ellos. Luego puede honrar el campo de las mujeres, su dolor, sufrimientos y humillaciones, su rencor y su desprecio a lo masculino.
La mujer tiene que asentir que pertenece al campo de las mujeres (esposas y madres), cual haya sido la historia de estas mujeres, devolviéndoles sus circunstancias, honrando su sufrimiento y devolviéndoles su responsabilidad, agradeciendo ser una mujer como ellas. Luego puede honrar el campo de los hombres, su prepotencia, su expiación, su soledad.
El dar y recibir
Dar nos permite pagar una deuda anterior, por lo que siempre alivia, haciéndonos más felices y más vivos. Dar nos permite devolver lo que los padres nos dieron.
Recibir nos pone en dependencia del que nos ha dado hasta que le hayamos devuelto algo equivalente. Por lo que es más agradable dar que recibir. Recibir nos hace sentir en deuda. Dar nos permite exigir.
El que sólo quiere recibir es un niño que no quiere crecer. Quizás esté mostrando a un niño excluido.
El que sólo quiere dar, tiene miedo a sentirse culpable, deudor. Quiere sentirse superior. No ama.
Los dos miembros de la pareja son iguales en derechos. Todo tiende a equilibrarse: lo que uno recibe con lo que da. Se equilibra automáticamente, inconscientemente, el amor que uno da al otro, las trabas que uno trae de antes, el daño que se hace. Cuando no se equilibran hay tensión entre la pareja, el que recibe más de lo que puede dar se enfada y se va... a no ser que sea capaz de agradecer al otro. El ejemplo es el de las parejas dónde uno de los dos tiene una invalidez, que provoca que él recibe más de lo que puede dar.
Las trabas que uno trae son por ejemplo una enfermedad de uno de los conjugues, o bien los hijos de un matrimonio anterior. Son trabas en el sentido que exigen más del otro, del que no es ni padre ni madre de estos hijos. Habrá que permitir una compensación a la pareja, sino su inconsciente se la buscará y será mucho peor.
La proyección de la pareja en un hijo es una necesidad natural. Así lo exige el sistema familiar para su supervivencia. De tal modo que cuando en una pareja uno no puede, o no quiere, tener hijos, o bien el que no puede tener descendencia devuelve su libertad al otro, y éste se replanteará su compromiso, o bien el otro se suele separar para poder tener un hijo con una nueva pareja.
💙 Centro Bert Hellinger de Constelaciones Familiares - Psicoterapia💙
Humberto del Pozo López, director del Centro Bert Hellinger de Chile. Con formación para facilitar Constelaciones Familiares por y con Bert Hellinger y su equipo de entrenadores; certificado en Alemania, el año 2001. bit.ly/Facilitador-Constelaciones-Certificado
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"Amor Fati" es "el no querer que nada sea distinto, ni en el pasado, ni en el futuro, ni por toda la eternidad. No sólo soportar lo necesario, y menos aún disimularlo -, sino amarlo". Friedrich Nietzsche bit.ly/El-Amor-Fati "Asentir a lo que es tal cual es".
Cómo se integra la teoría del apego y la terapia del psicotrauma con el método de las Constelaciones Familiares, más allá de los Ordenes del Amor y los Movimientos del Alma (Bert Hellinger) bit.ly/la-vida-se-trata-de-relaciones
bit.ly/Qué-aporta-encuentro-con-uno-mismo