
01/10/2025
Decir que algo es “normal” no significa que no importe.
A veces, cuando los médicos usamos esa palabra, algunos papás sienten que estamos restando valor a lo que observan o que “no nos interesa”. Pero no es así. Lo decimos porque entendemos que forma parte del desarrollo natural del cuerpo, y que en la mayoría de los casos no requiere estudios ni tratamientos innecesarios.
Cuando un pediatra dice que algo es normal, lo que en realidad está diciendo es:
— “Sabemos que puede preocuparte o incomodar a tu bebé, pero no es peligroso.”
— “Tu hijo va a estar bien, solo necesita tiempo y acompañamiento.”
Por ejemplo, hay muchas cosas que pueden angustiar, pero son completamente esperables:
• El reflujo fisiológico del lactante: cuando el bebé regresa un poco de leche, pero está tranquilo, come bien y gana peso.
• La disquecia del lactante: ese esfuerzo o llanto antes de evacuar, aunque las heces sean blandas.
• La ictericia fisiológica: ese tono amarillito de los primeros días que desaparece conforme madura y pasan los días.
• Los estornudos frecuentes: no son alergia; los bebés los usan para limpiar sus vías respiratorias.
• El hipo: puede ocurrir muchas veces al día, y no causa molestias ni daño.
• Los movimientos bruscos o sobresaltos al dormir (reflejo de Moro): reflejo normal del sistema nervioso inmaduro.
• El lagrimeo leve o algo de lagaña en los primeros días: es muy común por inmadurez del conducto lagrimal.
• Las manchas rojizas o puntitos en la cara (erupción neonatal): suelen aparecer los primeros días y desaparecen solos.
• La caída del cabello o la aparición de costra láctea: son procesos naturales del crecimiento.
• El ombligo que “parece saltado” (pequeña hernia umbilical): suele cerrarse sola con el tiempo.
• El pujar sin evacuar o hacer caras raras al hacerlo: su cuerpo está aprendiendo a coordinar.
• El que parezca que respira rápido o hace pausas breves: es normal en recién nacidos (respiración periódica).
• el flujo vaginal o un poco de sangrado en niñas recién nacidas: por el paso de hormonas maternas, y desaparecen solos.
Hay muchos ejemplos más. Y en todos, el punto es el mismo: no es que no importe, es que no es una señal de alarma.
Parte del trabajo del pediatra es distinguir lo que necesita intervención de lo que solo necesita observarse con calma.
Cuidar no siempre implica dar medicamentos o pedir estudios. A veces cuidar es explicar, acompañar y tranquilizar.
Porque entender lo que pasa con tu bebé también es una forma de sanarlo, de aliviarte y de darte confianza.
Confía en tu pediatra cuando te diga que algo es normal, y escucha la explicación detrás.
Recetar por recetar es mucho más fácil… pero lo que realmente necesita tu hijo, la mayoría de las veces, es comprensión, paciencia y una guía clara.