05/10/2025
Abrazando el futuro.
Para mi madre, quien me llevó en brazos el tiempo que pudo y en su corazón, el tiempo que lo deseó.
Abrazar es un acto tan básico y tan esencial que parece increíble que a muchas personas les resulte difícil el contacto que implica. Y sin embargo, conozco padres que jamás han abrazado a sus hijos (hoy adultos) salvo por puro protocolo.
Crecimos en una sociedad que desestima el contacto desde el momento en que nacemos y nos educa en el marco en el que el cariño es meramente incidental, sin importancia, un mero detalle. Y es el cariño y el sostén materno la base de todo, en realidad. Su importancia es inmensa, determina totalmente el mundo en el que vivimos.
Las madres somos extremadamente valientes. Criamos en la incertidumbre, la soledad, la ausencia de empatía, la infantilizacion y el pie patriarcal en el cuello. Criamos para sostener y sostenernos. Nuestros brazos sirven para acoger, acunar, alimentar, dar calor y seguridad.
Luchamos desde el amor; aún en los días de soledad y carga constante; en las crisis y la preocupación económica; en la enfermedad y la sobrecarga sistémica que nunca es amable con las madres.
En medio de todo esto, la revolución está en las madres que logran salir de la cama y preparar comida saludable para la escuela de sus hijos, que lavan ropa, contestan mails, emprenden; sobreviven como pueden con o sin ayuda, en privilegio o pobreza, en ansias de reconocimiento o ganas de desaparecer. En todas ellas, que crían lo mejor que pueden, con sus brazos, sus ojos, sus manos, su boca y su alma entera para proteger, cargar, cuidar y amar a los hijos que parieron.
El beso, el abrazo, la atención, el cuento antes de dormir. Todo el contacto que las madres proporcionan a veces sin darse cuenta, pero instintivamente conscientes de las necesidades del bebé y el niño.
Aunque nos quieran arrebatar el instinto.
Aunque a algunas las obliguen a criar sin instinto, ni ganas.
Porque no, no es fácil llevar la carga en la espalda y criar con presencia y consciencia. Todos los días elegimos hacerlo. Y si estamos muy enfermas o agotadas para hacerlo, existe siempre una o varias mujeres que te toman de las manos y te ayudan a lograrlo.
A eso se le llama tribu.
Abrazar el futuro no es sólo usar los brazos.
Los brazos son el símbolo de todo lo que hacemos las madres a través de una sopa de fideos y tomate, cuando no había ya más nada en la alacena, salvo una sonrisa y zanahorias rayadas para ellos, para sus hijos, quienes muchos años no supieron de carencias gracias al esfuerzo de su madre.
Los brazos simbolizan el tacto al bañar suavemente a quien no desea ser bañado. Son el sostén físico del cuerpo de aquellos seres a quienes amamos y de quienes será el espacio que ahora ocupamos, con la esperanza que crezcan mucho más amados que nosotros y la certeza de que las heridas propias no serán las suyas.
Los brazos transportan olores y sensaciones cálidas a los futuros hombres y mujeres que, espero, no serán capaces de soportar injusticias ni violencias y podrán construir el mundo que merecen, porque saben de seguridad y justicia, al haber sido llevados en brazos el tiempo que necesitaron; protegidos y bienamados hijos de la Tribu.
Abrazar el futuro es cargar, criar, dar de mamar, amar, estar y ser transformación del mundo a través del amor y la Crianza.
Porque las madres estamos criando al mundo.