05/11/2025
En las palabras de despedida de Grecia Quiroz, ahora Viuda de Carlos Manzo, hay un fragmento brillantísimo; un mensaje oculto que nace desde el más puro sentimiento de la impotencia, la nostalgia, la frustración pero que evoca además al respeto, la reflexión y desencripta la fisiopatología de la crisis como sociedad cada vez más virulenta que se expande día a día, cual pandemia.
Ella se refiere a quien privó de la vida a su esposo, NO con odio; sino con profundo respeto. Sus palabras fueron las siguientes:
“𝒀 𝒉𝒐𝒚 𝒅𝒆𝒔𝒅𝒆 𝒂𝒒𝒖í 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒆𝒍 𝒍𝒐 𝒅𝒆𝒄í𝒂 ú𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒂 𝒍𝒂𝒔 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒇𝒂𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂: 𝒄𝒖𝒊𝒅𝒆𝒏 𝒂 𝒔𝒖𝒔 𝒉𝒊𝒋𝒐𝒔, 𝒆𝒅ú𝒒𝒖𝒆𝒏𝒍𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒆𝒍 𝒃𝒖𝒆𝒏 𝒄𝒂𝒎𝒊𝒏𝒐, 𝒑𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒂𝒚𝒆𝒓 𝒏𝒐 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝒎𝒖𝒓𝒊ó 𝒆𝒍; 𝒎𝒖𝒓𝒊𝒆𝒓𝒐𝒏 𝒅𝒐𝒔, 𝒒𝒖𝒆 𝒂𝒍 𝒇𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒂𝒔 𝒆𝒔 𝒐𝒕𝒓𝒂 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒉𝒐𝒚 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒍𝒍𝒐𝒓𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒆𝒏 𝒔𝒖 𝒄𝒂𝒔𝒂, 𝒆𝒔 𝒐𝒕𝒓𝒂 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒛á 𝒔𝒊 𝒂 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒉𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒆𝒅𝒖𝒄𝒂𝒅𝒐 𝒂 𝒔𝒖 𝒉𝒊𝒋𝒐, 𝒍𝒆 𝒉𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒅𝒂𝒅𝒐 𝒂𝒎𝒐𝒓, 𝒍𝒆 𝒉𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒅𝒂𝒅𝒐 𝒄𝒂𝒓𝒊ñ𝒐, 𝒍𝒆 𝒉𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒈𝒖𝒊𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒆𝒍 𝒃𝒖𝒆𝒏 𝒄𝒂𝒎𝒊𝒏𝒐, 𝒒𝒖𝒊𝒛á 𝒆𝒔𝒆 𝒉𝒊𝒋𝒐 𝒏𝒐 𝒉𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒂𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂𝒅𝒐 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝑪𝒂𝒓𝒍𝒐𝒔...”
Este mensaje es un lamento que se transforma en un poema de amor herido, y a la vez en un himno a la prevención. La dualidad de la pérdida: Dos Lloros, Un Corazón, el dolor se eleva por encima del juicio y reconoce la humanidad compartida. En el altar de la vida, dos velas se apagaron: la del ser amado (Carlos) y la del victimario. Pero la voz lírica nos revela que, en realidad, tres corazones han sido destrozados: la esposa que sufre por la pérdida de su marido, la madre que llora al victimario, y el corazón de una sociedad que los pierde a ambos.
En esencia, este mensaje no es solo una queja, sino una declaración de fe en el poder redentor del amor familiar. Es la súplica de un corazón roto que implora a todas las madres y padres que hagan del amor su misión más urgente, para que el precio pagado por la pérdida de Carlos y del otro joven no sea en vano, sino que se convierta en la semilla de una sociedad con valores.