02/05/2025
¿QUÉ NOS PASÓ?
Ah, la eterna pregunta con la que se disfrazan las despedidas no habladas, los mensajes que nunca llegaron y los “te quiero” que murieron en la garganta.
—"Nada, solo empezamos a vibrar en sintonías distintas"—
decimos, como si fuéramos cuerdas cósmicas desafinadas en la sinfonía del universo.
Pero vamos, seamos honestos… No es que vibráramos en diferentes frecuencias, es que tú empezaste a sintonizar reggaetón emocional mientras yo andaba en mantras de liberación. Tú querías validación de Instagram, yo iluminación por introspección. No son frecuencias, mi amor, es evolución... o evasión, según se mire.
Desde la Kabbalah, aprendemos que las relaciones no se dan por casualidad. Hay un TIKUN; una corrección pendiente, un contrato del alma firmado en tinta invisible antes de nacer. Así que no, no nos pasó "nada". Nos pasó TODO lo que debía pasarnos. Nos jalamos las sombras, nos reflejamos los vacíos, nos empujamos hacia el borde del ego. Éramos espejos rotos intentando armar un vitral.
Tal vez no fue amor, fue lección.
Tal vez no fue para siempre, fue para despertar.
Y sí, al final no nos separamos por falta de amor, sino por falta de conciencia.
Tú seguías esperando milagros sin cruzar el Mar Rojo, y yo ya andaba hablando con Moisés por Telegram.
No te culpo. Ni me culpo. Nos elegimos con la claridad que da el alma cuando está desesperada por crecer, y nos soltamos con la torpeza de dos humanos que aún no entienden el manual de instrucciones del amor verdadero.
Y eso está bien. Porque a veces el Creador nos da un "nosotros" para enseñarnos el valor del “yo”.
A veces te topas con alguien que no era tu destino, pero sí tu impulso.
No era tu alma gemela, pero sí tu espejo más ca**ón.
No era el final del camino, pero sí una estación donde bajarte a llorar, escribir, y seguir caminando con más verdad.
Así que no, ya no pregunto qué nos pasó.
Ya entendí: nos pasó la vida, el ego, el karma, los memes de relaciones conscientes y un poco de astrología mal interpretada.
Pero sobre todo…
Nos pasó que ya no había más que aprender juntos.
Y el alma, cuando aprende, ya no necesita QUEDARSE!