15/11/2025
| A ESTRIBOR
Por Juan Carlos Cal y Mayor
"Puedes engañar a todos algún tiempo y a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todos todo el tiempo."
— Abraham Lincoln
El hartazgo que ya no pueden ocultar
Dicen que una mentira repetida mil veces puede convertirse en verdad, pero no necesariamente. Todo por servir se acaba, y las mentiras también. Llega un punto en que chocan con una muralla inevitable: la realidad. Y eso es exactamente lo que le está pasando al gobierno de Claudia Sheinbaum, que intenta, a través de las mañaneras, mantener el control de la narrativa pública… hasta que la insistencia empieza a hartar a la sociedad.
EL DESGASTE DEL RELATO OFICIAL
La diferencia entre López Obrador y este gobierno es que él logró un culto a su personalidad casi religioso. Claudia no puede ni por asomo generar esa adhesión emocional. Su administración inició, además, con un país hecho un desastre en términos financieros: un sistema de salud inservible, las megaobras que no funcionan, una deuda histórica, presión insostenible sobre las finanzas públicas y, aun así, aprueban un déficit mayor para gastar más de lo que ingresa. ¿Por qué? Porque la única manera de sostener políticamente al régimen es a través de los programas sociales: la compra del voto en abonos, con beneficiarios cómodos y dependientes.
SEGURIDAD: GOLPES, PERO A PETICIÓN AJENA
En materia de seguridad, todo es reactivo. Si bien es cierto que Omar García Harfuch ha dado golpes importantes al crimen organizado, no es un rediseño nacional: muchas de esas acciones responden a presiones y solicitudes expresas de los Estados Unidos. La violencia sigue escalando y la percepción de que el gobierno solo responde cuando lo regañan desde fuera no ayuda en nada a construir confianza interna.
EL AS*****TO ANUNCIADO QUE CAMBIÓ LA PERCEPCIÓN
Lo más grave es que no alcanzan a comprender la dimensión del as*****to advertido del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo. Ese crimen ya permeó en otros sectores, particularmente en los jóvenes que hasta hace poco se mantenían indiferentes a la política, pero que hoy están reaccionando. Cuando la violencia toca a figuras públicas anunciadas con anticipación y aun así no hay protección efectiva, algo se quiebra.
VER FANTASMAS DONDE HAY CIUDADANÍA
En lugar de asumir ese fracaso, la presidenta se ha ensimismado en ver conspiraciones por todas partes. Acusa a la derecha, a empresarios, a periodistas, a figuras públicas, los señala como si fueran delincuentes. Incluso apunta a la “derecha internacional”, como si tener una ideología —sea de izquierda o de derecha— fuera ilícito.
Y la pregunta es simple: ¿qué carajos importa si la oposición, los partidos o ciudadanos inconformes apoyan una marcha? ¿En qué democracia se lincha mediáticamente a quien decide salir a la calle a manifestarse? ¿En qué país llamar a ejercer derechos básicos se considera conspirar contra la patria?
EL NIVEL DE IDEOLOGIZACIÓN
Ese es el síntoma más inquietante: el nivel de ideologización de este régimen en manos de un grupo reducido, con ideas radicalizadas, al que Sheinbaum está haciendo caso. No se gobierna para un culto ni para una tribu ideológica. Se gobierna para un país entero. Y cuando el poder prefiere el relato antes que la realidad, la realidad termina por reventarle la narrativa en las manos.