03/07/2025
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"México, Alicia Bárcena y el imperativo de la solidaridad global"
En un momento de profunda fragmentación internacional, cuando la agenda de las Naciones Unidas enfrenta su mayor desafío en décadas, el mundo necesita líderes capaces de recuperar no sólo la funcionalidad del sistema multilateral, sino su legitimidad moral. La ONU, desgastada por la inacción frente a guerras, crisis climáticas y desigualdades crecientes, requiere una figura que reencarne sus principios fundacionales. Desde América Latina, una voz emerge con la experiencia, la visión y la ética necesarias para asumir esa tarea: Alicia Bárcena. ¿Por qué no pensar en ella como la próxima secretaria general?
La trayectoria de Bárcena es testimonio de un compromiso consistente con el desarrollo sostenible, los derechos humanos y la cooperación internacional. Ex secretaria ejecutiva de la CEPAL y actual canciller de México, ha demostrado en cada etapa de su carrera una capacidad poco común para construir puentes entre gobiernos, sociedad civil y organismos multilaterales. Su enfoque combina rigurosidad técnica con sensibilidad social, una mezcla escasa pero indispensable para liderar una ONU atrapada entre los intereses de las grandes potencias y la urgencia de las mayorías invisibilizadas.
En este escenario, México tiene una oportunidad histórica de reafirmar su vocación internacionalista. No se trata sólo de postular a una candidata con credenciales impecables, sino de defender una visión del mundo donde la cooperación prevalezca sobre el conflicto, y la justicia sobre la geopolítica. Nuestro país ha demostrado, a lo largo de décadas, que puede ser un actor comprometido con la paz, el asilo humanitario y el impulso de acuerdos globales. La candidatura de Bárcena, si se concreta, sería coherente con esa tradición de diplomacia ética y solidaria.
El contexto, sin embargo, es adverso. La ONU está sometida a una crisis de credibilidad alimentada por su ineficacia para prevenir genocidios, frenar invasiones y garantizar el cumplimiento de sus propias resoluciones. La arquitectura institucional nacida tras la Segunda Guerra Mundial muestra síntomas de obsolescencia ante desafíos como la inteligencia artificial, la emergencia climática y las migraciones masivas. Ante este panorama, más que un burócrata de consenso, se necesita una lideresa con visión de transformación.
La eventual postulación de una mujer latinoamericana como secretaria general sería también un acto de justicia histórica. A pesar de décadas de avances en igualdad de género, la cúspide de la ONU sigue siendo un territorio exclusivo de hombres. Romper ese techo de cristal con una figura de la talla de Bárcena enviaría un mensaje poderoso al mundo: que la igualdad no es una retórica, sino una práctica posible. Y que el Sur Global puede y debe ocupar espacios de decisión global.
Por supuesto, una candidatura como esta implicaría también asumir costos políticos. En un mundo multipolar y cada vez más polarizado, cualquier intento de liderazgo independiente genera resistencias. Pero si México aspira a ser más que un espectador en la arena internacional, debe atreverse a impulsar apuestas audaces. Alicia Bárcena representa no sólo una opción viable, sino una esperanza creíble para revitalizar el sistema multilateral desde sus cimientos.
La ONU necesita que le devuelvan su respetabilidad, su alma, su capacidad de convocar. México puede contribuir a esa tarea histórica proponiendo a una de sus mejores figuras. Porque cuando el multilateralismo tambalea, el verdadero liderazgo no lo ejercen quienes se imponen con fuerza, sino quienes inspiran con convicción.
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