15/07/2025
Dejar volar también es amar…
Un pequeño colibrí, apenas más grande que mi pulgar, revoloteaba inquieto alrededor del nido. Sus alas, un borrón de velocidad y precisión, se preparaban para un vuelo que lo alejaría para siempre del hogar. Mirarlo me recordó a mi propia hija, lista para emprender su propio camino, lejos del nido familiar.
Al principio, la idea de soltarla, de dejarla volar solo, me llenó de un miedo profundo. ¿Estaría preparada? ¿Podría sobrevivir a los peligros del mundo exterior? ¿Y si se perdía? Las dudas, como las ramas espinosas de un mezquite, me arañaban el alma. Quería protegerla, mantenerla a salvo bajo mis alas, como una gallina cuida a sus polluelos. Pero sabía que eso era egoísta. El colibrí, al igual que mi hija, necesitaba aprender a volar solo, a encontrar su propio néctar, a construir su propio nido.
Observé cómo se lanzaba al aire, con una valentía que me conmovió hasta las lágrimas. Sus primeros vuelos fueron torpes, inseguros, pero con cada aleteo, ganaba confianza, fuerza, independencia. Y aunque un dolor agridulce me apretaba el pecho, sentí también una profunda alegría, el orgullo de ver a mi pequeño colibrí, mi hija, emprender su vuelo.
Aprendí ese día que el amor verdadero no es poseer, sino permitir. No es sujetar con fuerza, sino soltar con ternura. Es como el águila que, desde lo alto de la montaña, observa a sus crías aprender a cazar, a sobrevivir. No interfiere, solo observa, guía con la mirada, con la presencia. Y sabe que, aunque estén lejos, siempre estarán conectados por un lazo invisible, el lazo del amor incondicional.
Dejar volar a nuestros hijos es un acto de amor, un acto de fe. Es confiar en que han aprendido lo suficiente, en que tienen el coraje y la fuerza para enfrentar el mundo. Es soltarlos con el corazón lleno de orgullo y de un poco de miedo, pero también con la certeza de que, como el colibrí, encontrarán su propio camino, su propio néctar, su propia felicidad. Y que, aunque estén lejos, siempre estarán en nuestros corazones.
✍️ Ecos del Alma 🪽
¿Alguna vez tuviste que soltar a alguien que amas para que pudiera volar libre?
Este pequeño colibrí nos recuerda que el amor verdadero no es retener… sino confiar, permitir y acompañar con el corazón.
💬 Te invito a comentar si tú también has sentido ese n**o en el alma al ver partir a un hijo, una hija, un ser amado…
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