
15/07/2025
Editorial
EL RELEVO QUE NO FUNCIONÓ: LEYZAOLA SE VA, CHAN REGRESA
Mexicali ha atravesado una serie de cambios en su política de seguridad que, lejos de responder a una estrategia bien definida, evidencian una tendencia a la improvisación y a decisiones motivadas por cálculos de corto plazo. En menos de cinco meses, la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM) ha tenido dos titulares: la repentina salida de Luis Felipe Chan, la controvertida llegada de Julián Leyzaola y, ahora, el inesperado regreso del primero. Este vaivén institucional no solo genera confusión entre la ciudadanía, sino que también deja entrever que las decisiones se tomaron con criterios ajenos al interés público.
Desde su llegada en marzo, la figura de Julián Leyzaola generó polémica al ser vista como una imposición del Poder Ejecutivo estatal. Diversos sectores políticos, medios de comunicación y voces de la sociedad civil cuestionaron tanto el fondo como la forma de su designación: una decisión tomada desde arriba, sin diálogo ni consenso con las autoridades municipales. Su nombramiento fue presentado como una medida de “mano dura” frente a la inseguridad, pero carecía de un respaldo institucional sólido, de una estrategia definida y de un diagnóstico realista sobre la situación que enfrenta Mexicali.
Apenas unos meses después, Leyzaola renunció. Lo hizo sin ofrecer una explicación pública detallada, en medio de rumores sobre tensiones internas, falta de conexión con los mandos operativos y un evidente desgaste político. Su salida, más que una simple renuncia, representa el fracaso de una apuesta que nunca fue del todo aceptada ni consolidada. La supuesta “solución” a los problemas de seguridad terminó generando mayor incertidumbre y, con ello, una nueva crisis institucional.
En contraste, el regreso de Luis Felipe Chan, avalado por la mayoría del Cabildo, parece revertir el mensaje que se dio con su salida meses atrás. Su retorno sugiere que su gestión anterior quizá no fue tan deficiente como se hizo ver, y plantea la duda de si su remoción respondió realmente a criterios técnicos o solo a decisiones políticas. Si Chan fue considerado nuevamente como la mejor opción para encabezar la DSPM, ¿no es eso una forma de reconocer que, después de todo, su trabajo estaba dando resultados?
Lo que más preocupa de este cambio rápido no es solo quién está al frente, sino la falta de estabilidad en la institución. Una política de seguridad efectiva requiere continuidad, evaluación constante y coordinación entre todos los niveles de gobierno. Sin embargo, lo ocurrido en Mexicali en los últimos meses evidencia que las decisiones en materia de seguridad han estado influenciadas por factores diversos, más allá de las necesidades reales de la ciudadanía.
En un ambiente donde la violencia y la inseguridad van en aumento, estos cambios constantes afectan la confianza que la gente tiene en sus autoridades. La ciudadanía no solo ve quién llega y quién se va; también siente la falta de resultados claros, la confusión sobre las estrategias y cómo factores externos pueden afectar una de las áreas más importantes del gobierno. Esto tiene un costo muy alto: desconfianza, debilidad en las instituciones y una sensación de abandono que se siente en las calles.
El caso Leyzaola-Chan nos hace pensar en lo importante que es tener una política de seguridad clara y estable. Más que enfocarnos en los nombres o en soluciones rápidas, necesitamos fortalecer las instituciones, crear planes que duren y comprometernos de verdad a proteger a la sociedad. Solo así podremos avanzar hacia una ciudad más segura, donde las decisiones se tomen pensando en el bien de todos y no en otros intereses. La seguridad es fundamental para vivir en paz, y cuidarla requiere responsabilidad y visión para el futuro.