
07/07/2025
Enséñale a tu hija que volver a casa después de un matrimonio que la rompía… no es rendirse, es sobrevivir.
Enséñale que más vale una mujer viva y con el corazón reconstruyéndose, que una mujer callada, rota… o mu**ta.
Hazle saber que decir “ya no puedo más” no es debilidad, sino coraje.
Que terminar una relación que no la hacía feliz no es fracaso, es una declaración de amor propio.
Que irse de donde no se la valora no la hace menos mujer, la hace más libre.
Enséñale que su vida vale más que cualquier “¿qué dirán?”, que su dignidad no tiene precio, y que jamás, jamás, tiene que quedarse donde la golpean —ni con manos, ni con palabras, ni con indiferencia.
Dile que las puertas de tu casa estarán siempre abiertas.
Que no volverá como “la que fracasó”…
Sino como la que tuvo el valor de irse.
Hazle saber a tus hermanas, a tus tías, a tus amigas…
Que una mujer que decide reconstruirse merece aplausos, no juicios.
Y que aunque tiemble… aunque llore… aunque vuelva con el alma hecha pedazos, tendrá un lugar donde ser abrazada sin condiciones.
Porque las cadenas no suenan hasta que te mueves.
Porque el silencio es complicidad.
Y porque toda mujer debe saber:
su vida, su cuerpo y su paz no son moneda de cambio.
Enséñale a tu hija que el amor propio se defiende con uñas y con alma.
Que su voz es suya. Que su historia la escribe ella.
Y que no hay nadie en este mundo que tenga derecho a apagarle la luz.
Y si tú no tuviste a alguien que te lo enseñara…
Entonces rompe el ciclo.
Hazlo tú.
Con tu hija.
Con tu sobrina.
Con tu amiga.
Con todas.