07/10/2025
José Marcos Carrillo Herrera: Un Insigne Militar Veracruzano en la Defensa de la República (1837-1892)
En la apacible villa de Cosamaloapan, Veracruz, vio la luz José Marcos Carrillo Herrera el 7 de octubre de 1837. Sus padres, Don José Carrillo y Doña María Clara Herrera, lo llevaron a la pila bautismal de la iglesia de San Martín Cosamaloapan, donde, bajo la guía de su padrino Don José María Arteaga, se consagró su fe. Su infancia transcurrió entre las pintorescas calles y las riberas del caudaloso río Papaloapan, sembrando en su alma el amor por su tierra natal y el germen de un futuro defensor de la patria.
La Guerra de Reforma (1857-1861) sería el crisol de su juventud liberal, forjando su carácter y convicciones en la lucha por un México más justo. En este conflicto, donde liberales y conservadores se enfrentaron por el rumbo del país, Carrillo Herrera se alistó a temprana edad, demostrando su compromiso con las ideas de progreso y la defensa de la Constitución de 1857.
Su solicitud, recibida el 13 de enero por el Comandante D. Valeriano Regules en Tuxtepec, Oaxaca, reflejaba su ferviente deseo de defender la Constitución y los ideales liberales, en un México desgarrado por la lucha entre conservadores y liberales. Su valentía y determinación lo llevaron a ascender rápidamente al rango de sargento primero, aunque su compromiso lo llevó a ser brevemente prisionero, demostrando su temple en la adversidad. Tras su liberación, se reincorporó a la Guardia Nacional de Cosamaloapan, participando activamente en la aprehensión de sus adversarios, consolidando su reputación como un líder nato.
La Intervención Francesa (1862-1867) lo llamaría a la defensa de la soberanía nacional, enfrentando al invasor extranjero con coraje y determinación. En este periodo, México se vio amenazado por las ambiciones expansionistas de Napoleón III, y Carrillo Herrera, como muchos otros patriotas, se unió a la resistencia republicana liderada por Benito Juárez.
Su destacada actuación en el campo de batalla le valió el nombramiento de subteniente el 5 de febrero de 1858, otorgado por el Comandante Regules. A partir de entonces, Carrillo Herrera se erigió como una figura clave en la Guardia del Distrito, reconocido por su integridad y capacidad para afrontar situaciones de suma delicadeza, ganándose la confianza de sus superiores y el respeto de sus compañeros.
El 23 de septiembre de 1861, fue promovido a Capitán de Cazadores, liderando la cuarta compañía del segundo Batallón de la Guardia Nacional de Oaxaca, por designación del Gobernador Don Ramón Cajiga. Su valía trascendió las fronteras estatales, y el 23 de julio de 1862, el Presidente Benito Juárez lo nombró Comandante de Batallón del Ejército, en reconocimiento a sus méritos, servicios y ejemplar conducta durante la Batalla de Pachuca, un episodio crucial en la defensa de la soberanía nacional frente a la invasión extranjera.
La Guerra contra los Indios Yaquis (1868-1876) y la Rebelión de Tuxtepec (1876) serían los escenarios de su madurez militar, consolidando la pacificación y el nuevo orden político del país. Tras la derrota del imperio de Maximiliano, el gobierno republicano se enfrentó a diversos desafíos internos, incluyendo conflictos con comunidades indígenas y rebeliones políticas. Carrillo Herrera participó activamente en estos procesos, contribuyendo a la estabilidad y el desarrollo de la nación.
El 11 de junio de 1871, el Congreso de la Unión, consciente de su entrega y sacrificio en los diversos frentes de batalla, aprobó su ascenso a General Coronel, honrando su valentía y valor militar en la defensa de la patria, un reconocimiento a su incansable labor en la construcción de un México más justo y próspero.
Tras una vida consagrada al servicio de la nación, el General Coronel José Marcos Carrillo Herrera exhaló su último aliento el 9 de febrero de 1892 en el Cuartel General de la Primera Zona Militar en Torim, víctima de un ataque de angina de pecho, a la edad de 55 años. Su partida dejó un vacío irremplazable en el corazón de sus seres queridos y en la memoria de la nación.
Sus restos mortales fueron trasladados a Guaymas, Sonora, donde recibieron sepultura el 10 de febrero de 1892, en un solemne acto que contó con la presencia de las más altas autoridades estatales y federales, representantes del comercio, estudiantes, sociedades obreras, el cuerpo de policía, el undécimo regimiento y una nutrida representación de la sociedad civil, testimoniando el profundo respeto y admiración que inspiraba su figura.
Su legado perdura en la memoria de su esposa, Doña Guadalupe Rico, y de sus hijos Clara, Guadalupe, Marcos, Guillermo, Manuel, Ana y Carlos, como un ejemplo de patriotismo, honor y entrega a la causa de la República, un faro de inspiración para las futuras generaciones de mexicanos.
Hoy, honramos la memoria de este gran héroe, cuyo nombre adorna con orgullo la plaza principal de nuestra ciudad. Sin embargo, es imperativo que este reconocimiento se materialice en un monumento digno de su honradez y valentía.
Cada 7 de octubre, fecha de su natalicio, debe ser un recordatorio constante de la necesidad de erigir este símbolo de admiración y respeto, para que las futuras generaciones conozcan y valoren el legado del General José Marcos Carrillo Herrera.
Fuente de investigación:
"General Marcos Carrillo Herrera Héroe de Cuatro Guerras" de Octaviano Corro Ramos.