20/06/2025
Desde pequeño, su madre lo protegió de todo.
No lo dejaba salir cuando llovía.
No lo dejaba ir a fiestas, ni a pijamadas.
Si alguien se metía con él, ella intervenía.
Si algo se complicaba, ella lo resolvía.
Él creció sin aprender a equivocarse… ni a levantarse.
Ella pensaba que lo estaba cuidando. Que lo hacía por amor. Y sí, lo hacía por amor. Pero también por miedo. Miedo a que su hijo sufriera, fracasara, se equivocara.
El niño creció. Y un día, la vida lo enfrentó solo.
Y ahí entendió que no sabía defenderse. No sabía elegir. No sabía ni siquiera confiar en sí mismo. Su madre le había dado todo. Todo… menos alas.
Porque sin querer, lo crió dentro de una jaula.
Una jaula hermosa, hecha de amor. Pero jaula al fin.
A veces, el amor sobreprotector no cuida… limita.
A veces, por querer evitarles el dolor… les quitamos la vida.
"No basta con proteger… también hay que prepararlos para volar."
Porque algún día van a salir al mundo. Y ese día no estaremos ahí para atajar cada caída. Ese día, lo único que tendrán es lo que les enseñamos a construir dentro de sí.
Confianza. Fuerza. Libertad.
Amar también es soltar un poco. Es darles alas, para que encuentren el cielo solos.