
23/05/2023
Contemporaneidad
Por Víctor Manuel Vásquez Gándara
Longevidad brinda oportunidad de experimentar amarguras, tristezas al mirar partir amigos entrañables, seres queridos, también de no perder el asombro ante eventos jamás imaginados: inteligencia artificial o repetición de prácticas políticas casi olvidadas del medioevo. Por supuesto también de intercambiar visiones en los diversos entornos sociopolíticos o intelectuales. Una de estas experiencias viví este viernes dieciocho de mayo.
En el zaguán se escuchó ruido, golpeando el portón. La tarde, a unas dos horas de concluir, fresca, tranquila sin estrenduosos ruidos. Mayo, sin ese ambiente caluroso, sí agradable. Asomamos; Raúl, entrañable amigo me visitaba, práctica escasamente acostumbrada por él, no sólo conmigo. Sin duda grato debido a sinceridad subyacente en ambos. Acompañado de Alberto, uno de sus hijos, accedimos a la biblioteca. Nos saludamos expresando él su interés de la visita. Inició diálogo citando amigos comunes: Manuel Bautista, Mario Muñoz, Ruffineli, Juan Vicente Melo, Javier Ortiz Aguilar...
Respirando profundo, agotado más por sus 79 años que por las escalinatas, comentó acerca del sistema gubernamental, crítico.
-Traete dos vasos espetó. Colocando Alberto botella prácticamente vacía; el abogado de profesión, heredero de fracciones del conocimiento, personalidad y hasta placeres de Raúl, vertió en dos copas últimas gotas de vino blanco, suficiente para brindar, coincidentemente cercano a mi onomástico setenta y uno, externándole el hecho -Casi me alcanzas. Haciendo una pausa continuó -¡Ojalá y no!
Se sirvieron lentamente el elixir, inconcientemente tratando hacerlo rendir, siguiendo la charla.
Al retirarme por los vasos nuevamente solicitados, Raúl, con curiosidad inherente a su máxima pasión, urgó en la modesta biblioteca (comparado con la suya) Discretamente retornó a su asiento a mi regreso.
Fluían ideas varias en su cerebro analítico, filosófico y hasta especulativo.
Alberto miraba, en silencio, únicamente agregando comentarios a solicitud. Vasos de cristal cortado recibieron, literalmente, una onza cada uno de escocés. Buquet seco, aroma a madera, consumido lenta, muy lentamente aderezó diálogo.
-Deseo no constituya último encierro, como titula Sándor Márai una de sus novelas de conmovedor contenido, expresé. Lector de oficio, confirmó nuevamente el bagaje intelectual al agregar -El húngaro, escribe bien.
Alberto captó uno de los instantes apoyado en su teléfono móvil, dejando evidencia gráfica de este viernes del verano 2023.
El simbolismo encerrado en cada detalle, desde vino y licor, hasta remembranzas o fotografía despertaron en mí satisfacción y orgullo, tal vez circunstancias del destino, obra del creador del universo han permitido g***r de amistades procedentes de estratos sociales contrastantes, de una sociedad injusta, cruel: empleados en limpieza, trabajadores en la construcción y otros oficios, también de acaudalados empresarios o destacados académicos e intelectuales, recordados con añoranza: Lucio, Góngora, Cecilia Coronel, Ahued, Don Antonio Chedraui, Aurora Ruiz, Wilfrido Sánchez Márquez, Edgar Aguilar, Javier Ortiz, Jesús Jiménez, Marcelo Ramírez, Alberto Balandra, Minerva, María, Juan, Yolanda. Cada uno es distinguido en un ámbito. Raúl parecerá extraño para algunos críticos, inobjetable su talento de escritor, reconocido por diferentes generaciones, promotor literario, editor, lector acérrimo.
Se degustó quizá un Buchanan's, pues fue transportado en botella pequeña con etiqueta de refresco. Concluyó fraternal encuentro con sorbos del aromático Bola de Oro, abrazo y circunstancial saludo de mi hijo Victor, quien llegaba de sus labores, también lector de Raúl e infinidad de autores.
Atenas Veracruzana