03/12/2024
¿Ya leyeron a este mujerón?
ESCUECE
Me escuece cuando alguien desperdicia sus años nadando en la codicia y en vicios que ahogan. Veréis los daños. Me escuece cuando la gente dice que sí, pero en realidad quiere decir que no. ¿Qué os pasa? Por Dios, abrid la jaula. Es que me escuecen los pájaros que no extienden sus alas y los cuerdos felices, porque no lo son.
Me escuece el sol cuando quiero ver llover y las notas de un piano que me hacen llorar. Me escuecen las infancias robadas, los que roban lo que no es suyo, los que son muy suyos porque han vivido tanto que es complicado explicarlo. Sí, hay silencios que escuecen y arden más que el alcohol. Y a veces, me escuecen los recuerdos bonitos, las estrellas fugaces y los besos capaces de emborracharte lejos de la realidad. Qué arte. Me escuecen l@s que te miran como si te quisieran y prometen lo que no cumplen. Luego dicen que soy desconfiada. Hombre, es que las malditas hadas me la jugaron y me convertí en una bruja cabrona y hastiada con una escoba voladora. Y claro, ahora no me escuece barrer hacia fuera ni volar hacia dentro.
Ya no me escuece, como la sal en una herida abierta, lo que pudo ser y no fue. Recapacito y pienso que podría haber salido herida de muerte y se me pasa. Pero sí me escuece cuando repaso los kilómetros que no he hecho, los nudos que no he deshecho, los abrazos rotos, los destrozos que lío algunas madrugadas, las risas y los brindis que me he perdido. Me escuecen las malas noticias, las injusticias, los bostezos en salas de espera y los rezos que no sé dónde van. Me escuece cuando me perdí y me encontré un año después. Hay viajes llenos de flechas y rayos que deberían convalidar el camino de Santiago.
Mi abuela decía que si escocía es que curaba, y soplaba. Pues no sé, debo estar sanando de golpe y al galope mientras resoplo.
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PD.1. Directa al mar y que cure, que me escueza cada poro de mi piel.
PD.2. Me escuecen las indirectas. Chic@, dilo claro, que se te va a hacer costra.
Besazos apretaos’
©Myriam Imedio