
17/09/2025
Él le pagó para aL Vortar al bebé — 10 años después, lo que sucedió te sorprenderá
Mary Smith era el orgullo de sus padres, su única hija, criada con amor y disciplina en una humilde casa de dos habitaciones en las afueras de la ciudad. El señor y la señora Smith no eran ricos, pero estaban unidos. Con pequeños comercios y algo de agricultura, se aseguraron de que Mary recibiera la educación que ellos nunca tuvieron. Con cada boleta de calificaciones, con cada foto de graduación, aplaudían con manos cansadas y orgullosas, rezando para que algún día rompiera el ciclo de pobreza familiar. Y casi lo logró.
Mary se graduó de la universidad con honores. Fue el día más feliz en la vida de sus padres. Pero la realidad después de graduarse fue dura. Las ofertas de trabajo eran escasas y las cuentas no esperaban. Después de meses buscando, Mary aceptó un trabajo como mesera en un restaurante elegante en Abuja. Llevaba su delantal con gracia, saludando a los clientes con sonrisas cálidas y una voz suave y educada. Ella era diferente.
Incluso los clientes lo notaban. Fue entonces cuando Sam Williams entró en su vida. Sam, el arrogante hijo único de la familia millonaria Williams, entró al restaurante como si fuera dueño del mundo. Cadena de oro colgando, zapatos de diseñador, y un ego más grande que el menú. Conocido por salir con chicas y dejarlas como servilletas desechables, vio a Mary en la recepción y mostró su sonrisa característica.
—Él pidió, ella sirvió.
—“Linda sonrisa,” dijo casualmente. ¿Me das tu número?
Mary dudó. Algo en él parecía peligroso, pero su encanto era desconcertante. Contra su mejor juicio, escribió su número en la parte de atrás de un recibo. Desde ese día, Sam la bombardeó con mensajes y llamadas dulces.
—No eres como las otras chicas —decía.
—Creo que encontré a la mujer de mis sueños.
El corazón de Mary, inocente y esperanzado, comenzó a ablandarse. Semanas después, la invitó a su mansión.
El lujo la dejó sin palabras. Espejos con marcos dorados, pisos de mármol, arte en cada pared.
—Esta podría ser tu vida —susurró Sam mientras le mostraba el lugar.
Esa noche durmieron juntos. Después, él se sentó en la cama mirándola.
—¿Así que eras viL geM?
Mary asintió con los ojos llorosos.
Wow.
Se levantó, caminó hacia su bolso y sin decir palabra metió un fajo de dinero. Su corazón se cayó.
—Sam, ¿me amas?
Él le besó la mejilla.
—Eres especial —dijo vagamente, y luego se fue.
Se volvió rutina. Él llegaba, dormían juntos y él dejaba dinero como si ella fuera un servicio.
Mary, cegada por la esperanza, se aferraba a la ilusión de que algún día se comprometería. Que lo que tenían era amor.
Hasta que una mañana, Mary se despertó mareada. Fue a la clínica.
—Felicidades —sonrió la enfermera—. Estás embarazada.
Mary rió.
Un bebé.
Sam estaría encantado.
Ella pensó que finalmente se había establecido. SEGUIR LEYENDO 👇