14/10/2025
La leyenda miskita de Cotón Azul:
Vivía una vez, en cierta comunidad ya olvidada, un apuesto joven miskitu a quien llamaban Cotón Azul, porque eran de su preferencia, las cotonas de ese color. Llevaba una vida común, cazaba, pescaba y dormía. Era amante de la música y de la poesía. Gustábale vagar por la montaña, a orillas de los ríos y contemplar largamente, como buen poeta, todo lo que Dios ha dado a nuestra raza.
Un día … internóse en la montaña, como de costumbre, y vio con gran sorpresa, que colgaba de la alta rama de un ceibo una preciosa y reluciente guitarra. Su primer impulso, fue subirse y descolgarla, pero tuvo miedo de que su dueño fuese algún espíritu malo … Pero al día siguiente, guiado por la tentación, regresó al mismo sitio, pensando que tal vez había soñado, pero que no era malo comprobar … y otra vez allí estaba la atractiva guitarra. Esta vez salió corriendo … Cotón Azul no había soñado.
Bueno, amigos, el sitio, la guitarra … poseían una atracción enorme y por tercera vez regresó al lugar. Y como “la tercera es la vencida”, esta vez, subióse al árbol y descolgó el instrumento. Era un sueño … lo ejecutaba con gran maestría, como si toda la vida le hubiese pertenecido y como encantada, de ella se desgranaba una música celestial y maravillosa.
Así, pues, amigos míos, continuó Ireneo, se inició la fama de nuestro humilde Cotón Azul. La gloria de su música se extendió por todo el reino.
Sucedió que, en esos días, nuestro buen rey ALBRISKA, que vivía en una pintoresca comunidad, también ya olvidada, se encontraba sumido en una profunda pena; la princesa LAKIA, morena y bella, hija única, heredera del trono, había desaparecido como por encanto y se nimoraba, que bañándose en el río había sido raptada por la LIGUA (Sirena).
Patrullas de hombres armados de flechas, salían en su búsqueda, por los ríos, por la selva, por las nubes; pero todo en vano. La Princesa LAKIA no aparecía y el rey lloraba mucho … y el pueblo que quería a su rey humilde y bondadoso, también lloraba.
Un Sukia, profetizó al rey ALBRISKA, que un humilde siervo, músico y poeta, llamado Cotón Azul, sería el único capaz de encontrar a la Princesa. —”Llamadlo”, aconsejó el sabio Sukia, al rey. Y el rey con grandes dudas de su efectividad hizo llamar al famoso músico miskito Cotón Azul. Este, sin hacerse esperar de su Wista-tara, corrió a su lado. “Busca a la Princesa”, ordenóle el rey, y luego pide lo que quieras en recompensa.
Pensó éste buscarla en el río, y dispuso, que se le preparase una preciosa barquita con casquetes de oro. Montó el joven en la barca, llevando consigo a otros súbditos del rey. Recorrieron el río, desde su nacimiento hasta donde nos dice adiós. En todo el trayecto, Cotón Azul, plañía la guitarra, saliendo de ella tonadas dulces y sanadoras, nunca escuchadas por oídos mískitos. Al acercarse a Ulwas, emergió la LIGUA, del fondo del río, con la princesa LAKIA en sus brazos. Cotón Azul, no cesaba de ejecutar, la encantada guitarra; la LIGUA, parecía adormecerse. Sin hacer ruido, acercáronse a ella, arrebatándole la doncella.
Ese día, fue de fiesta en toda la región, hasta el Sol sonreía en medio de nubes de color y el rey reía, y todos los mískitos estaban con el corazón alegre.
En medio de su regocijo, recordó el rey, el ofrecimiento que hiciera a Cotón Azul, e inmediatamente procedió a preguntarle, cuáles eran sus mejores deseos. Y Cotón Azul, sin hacerse esperar, dijo: “Quiero casarme con la Princesa LAKIA”, y cumplió el rey, como buen mískito que era.
Con el casamiento de Cotón Azul y la princesa LAKIA, siguió la fiesta en el reino, abundó la misia, el rondón, la bisbaya, etc.
Lakia y Cotón Azul, fueron felices. Cuando murió el rey, Cotón Azul le sucedió (a los mískitos no les agradan las reinas mairen). Fue un rey muy feliz, famoso músico, pues jamás abandonó su preciosa guitarra. Fue excelente con su pueblo, y con su humildad y espíritu de trabajo, hizo la felicidad de su reinado.