20/05/2025
En consonancia con su programa de investigación, es también activa en la comunidad y tiene una amplia experiencia en justicia socioambiental.
"Mi vida en Aotearoa Nueva Zelanda ha sido profundamente moldeada por mi propia experiencia y trabajo con comunidades migrantes y de personas ex-refugiadas. Como facilitadora de servicios sociales, he apoyado en la navegación de las complejidades del reasentamiento para crear espacios interculturales de confianza e inclusión. Creo en los procesos impulsados por la comunidad —aquellos que honran la experiencia vivida, desafían los sistemas extractivos y nutren el tejido social desde la base. Fuera del ámbito de la investigación, participo activamente en movimientos por la justicia social y ambiental. Me atraen especialmente las iniciativas lideradas por comunidades y los marcos alternativos que van más allá de los discursos dominantes occidentales. Considero que estas cosmovisiones deben entenderse dentro de sus propios contextos culturales e históricos, y que ofrecen lecciones valiosas para repensar la sostenibilidad, la gobernanza y el sentido de pertenencia, entre otros aspectos. Antes de mudarme a Aotearoa, trabajé en Colombia junto a comunidades campesinas, indígenas y afrocolombianas (hay una foto de “La Miga”) afectadas por el conflicto armado. Como asesora agrícola y organizadora comunitaria, apoyé procesos de desarrollo rural sostenible basados en la dignidad, los derechos sobre la tierra y el conocimiento comunitario. Estas experiencias continúan dando forma a mi compromiso con un cambio centrado en las comunidades, ya sea a través de la acción colectiva, el fortalecimiento de capacidades o simplemente estando presente con intención y cuidado. Veo el activismo como algo político, relacional y una práctica cotidiana. Creo que cuando las personas se unen, el impacto puede ser mayor de lo que imaginamos.”