27/10/2025
𝘌𝘴𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘢𝘥𝘪𝘦 𝘷𝘦… 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘦𝘭 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘴𝘪 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦.
A veces uno camina por la vida con una sonrisa que no pesa, pero el alma sí.
Y la gente, que solo ve la cara, nunca imagina lo que uno tuvo que aprender a callar.
Hay dolores que no hicieron ruido cuando llegaron.
Dolores que no se gritaron, que no se contaron, que no se explicaron a nadie.
Solo se quedaron ahí, adentro, haciendo espacio donde antes había luz.
Y uno sigue viviendo.
Y uno sigue diciendo “estoy bien”.
Y uno sigue cumpliendo, trabajando, atendiendo, cuidando, como si nada pasara.
Pero el corazón sí lo sabe.
El alma sí lo siente.
Quizá te tocó sostener cosas que no te correspondían.
Quizá tuviste que ser fuerte cuando lo que necesitabas era que alguien te sostuviera a ti.
Quizá tuviste que tragarte palabras, lágrimas, enojos, despedidas.
Quizá perdiste personas sin que se hayan ido físicamente.
Y eso también duele.
Nadie te vio quebrarte en el baño.
Nadie te vio mirando al techo preguntándote “¿Por qué a mí?”
Nadie escuchó tu silencio cuando estabas lleno de ruido por dentro.
Pero estás aquí.
Respirando.
Caminando.
Aprendiendo a vivir con lo que dolió.
Y eso, aunque no lo digas, es valentía.
Porque sanar no es olvidar.
Sanar es mirarte con ternura, sin juzgarte por la forma en que sobreviviste.
Sanar es reconocer que te dolió, pero que aún así estás tratando de salir adelante.
Sanar es hablarte bonito, después de tantos años hablándote con dureza.
Sanar es decir:
“Lo que pasó me lastimó, pero no me destruyó.”
No le debes explicación a nadie.
No tienes que demostrar nada.
No tienes que ser invencible.
Solo sigue.
A tu ritmo.
A tu paso.
Con tu corazón.
Porque aunque nadie haya visto tu caída, Dios sí ha visto tu esfuerzo.
Y eso, amor mío…
Eso vale más que todo.
¿Qué aprendiste en silencio y te cambió para siempre? ✨
Te leo 🪬