05/05/2025
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La masacre de Pataz y el silencio cómplice del poder
Las imágenes que nos llegan desde Pataz, donde 13 mineros fueron brutalmente asesinados, no secuestrados como quiso hacerse creer en un inicio, estremecen a cualquier conciencia humana.
No es solo una tragedia; es una muestra descarnada del abandono y la complicidad del Estado frente a la minería ilegal y el descontrol territorial en el interior del país.
No podemos seguir aceptando el argumento de que estos crímenes ocurren porque “faltan recursos” o porque “las investigaciones están en curso”. Aquí hay responsables directos: el Ejecutivo y el Legislativo que, en lugar de cerrar filas contra la minería ilegal, han promovido normas que la blanquean, la toleran y hasta la legitiman bajo el pretexto de la formalización.
El testimonio que ha salido a la luz es devastador. Revela no solo una masacre planificada, sino una cadena de negligencias y órdenes inhumanas desde la propia empresa contratista.
Si el gerente de seguridad de R&R realmente dijo “déjenlos ahí”, estamos ante un crimen no solo de omisión, sino de cálculo. Un desprecio absoluto por la vida de sus propios trabajadores.
En Pataz, la ley la impone quien tiene más armas. Y las fuerzas del orden, como muchas veces, actúan solo cuando hay cámaras o cuando el escándalo ya es ineludible. ¿Dónde estuvo la intervención estatal cuando las amenazas eran evidentes? ¿Qué hizo el gobierno regional de Acuña? ¿Dónde está la acción del Ministerio del Interior?
El oro sigue manchado de sangre, pero el Congreso y el Gobierno miran a otro lado. Se indignan un rato y luego aprueban más facilidades para quienes operan al margen de la ley, bajo la presión de lobbies y mafias con traje.
Basta ya de hipocresía. El país exige justicia, presencia real del estado en las zonas olvidadas y el fin de la impunidad para quienes se enriquecen sobre cadáveres. Si no hay capacidad ni voluntad para frenar esto, entonces que no nos hablen de “gobernabilidad”, porque lo que vivimos en ciudades como Pataz es, simplemente, barbarie con permiso oficial.