10/10/2025
𝐂𝐑𝐎́𝐍𝐈𝐂𝐀: 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐋𝐈𝐃𝐀 𝐀 𝐎𝐒𝐂𝐔𝐑𝐀𝐒 𝐘 𝐄𝐋 𝐁𝐔𝐂𝐋𝐄 𝐈𝐍𝐅𝐈𝐍𝐈𝐓𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐏𝐎𝐃𝐄𝐑 𝐏𝐄𝐑𝐔𝐀𝐍𝐎
Por: Mg. Matiza Arribasplata
La medianoche se había tragado las últimas luces de la breve y convulsa gestión de Dina Boluarte. A la 01:00 de la madrugada, mientras el Congreso sellaba su suerte con 121 votos a favor de la vacancia por "incapacidad moral permanente", la exmandataria abandonó Palacio de Gobierno. No hubo ceremonial, solo el sigilo. Se fue por la puerta posterior, a bordo del 'cofre', el vehículo oficial blindado, sus lunas polarizadas ocultando el rostro de una presidenta que se marchaba sin pena ni gloria. Las cámaras de televisión apenas captaron la silueta del automóvil, escoltado por un breve convoy, esfumándose hacia su vivienda en Surquillo. Era el cierre abrupto de un capítulo, pero no el fin del drama.
La crónica de esta madrugada no es sobre un final, sino sobre un ciclo vicioso que se niega a morir. Tras casi 34 meses, la figura de Boluarte se retira no por la voluntad popular, sino por la implosión de un sistema corrupto que la consumió. Dejó la dolorosa huella de la sangre derramada impunemente durante las protestas y un país que hoy se siente a merced del caos. La República está desbordada: la delincuencia ha ganado terreno al Estado, acechando y subyugando a la masa trabajadora. Esta es la primera y más amarga verdad que la vacancia no logra maquillar.
Mientras Boluarte grababa su último y extenso mensaje a la nación, justificando una gestión marcada por la inestabilidad —con más de 130 ministros rotando desde 2021, un gasto de más de S/ 11 millones solo en sueldos de gabinetes fugaces—, el Congreso ya movía sus piezas. El origen de esta tragedia reside en la aterradora vocación de supervivencia de un Parlamento que se atrincheró con leyes a su medida, blindándose de la indignación popular. La oportunidad de una mujer en el poder se disolvió en un ejercicio desmedido de vanidad, dejando una mancha imborrable en el rol que la mujer debe ejercer en la política.
La estadística es implacable y nuestro peor verdugo: seis presidentes en menos de cinco años, todos con expedientes abiertos por denuncias de enriquecimiento ilícito. Esto demuestra que la vacancia es un espejismo que nos distrae del problema real. Solo desnuda la persistencia de un sistema que se recicla. El Congreso, el mismo que ha sido denunciado, se encargó de pactar y calcular para nombrar a un nuevo presidente dócil.
Y así, apenas Boluarte se perdió en la oscuridad, José Enrique Jerí Oré asumió la presidencia. Abogado y congresista de Somos Perú, Jerí llega al poder en medio del cansancio ciudadano y la falta de legitimidad del Parlamento. Su discurso de unidad contrasta fuertemente con las acusaciones por presunto abuso sexual y enriquecimiento ilícito que pesan sobre él. En un país que ha visto desfilar presidentes cuestionados, la figura de Jerí no rompe el patrón.
Nada cambia en el fondo. Las caras se van, pero el tablero político sigue secuestrado por la misma lógica de captura del Estado. La consigna ¡Que se Vayan Todos! debe ir acompañada de una reflexión profunda: la salida no está en el reciclaje de un rostro, sino en la demolición del mecanismo que los produce. El verdadero punto de quiebre no vendrá desde arriba. La esperanza reside en una movilización ciudadana firme, pacífica y organizada, capaz de romper este círculo vicioso de pactos y simulacros. El costo de la pasividad ha sido la sangre y la indignidad. ¿Cuánto tiempo más resistirá el Perú este bucle infinito?