25/06/2025
He presenciado algo que realmente duele… y no proviene de fuera de la Iglesia, sino de dentro.
He escuchado a miembros hacer comentarios sobre otros que intentan regresar. Cosas como: "¡Oh, ahora se acuerdan de Dios!" o "¿Por qué no tomaron la Santa Cena hoy?", y lo peor: "¿Qué pecado crees que cometieron?".
Pero… ¿cuándo se nos llamó a juzgarnos unos a otros?
Cuando alguien regresa a la Iglesia, está librando una batalla interna que la mayoría de nosotros nunca veremos. Está superando el orgullo, el miedo, la vergüenza, y está buscando de nuevo el Espíritu. Eso requiere valentía. No debemos ser obstáculos en su camino; debemos ser puentes.
Y si alguien no toma la Santa Cena, no es una invitación a susurrar ni a especular. Es un llamado a orar por esa persona, a acercarse a ella, a decirle: "Estoy contigo", aunque no sepamos la razón.
Recordemos las palabras del Salvador: no te fijes en la paja en el ojo ajeno cuando hay una viga en el tuyo. No fuimos enviados a contar caídas, sino a levantar almas.
Porque es ahora cuando más nos necesitan.
No cuando todo es perfecto. No cuando sus vidas están en orden. Sino ahora, en medio del proceso. En el caos. En el regreso.
Ser un miembro activo no se trata solo de asistir los domingos. Se trata de amar activamente. Apoyar activamente. Ser un discípulo de Cristo activamente.
Y Cristo nunca rechazó un corazón quebrantado.
Entonces, ¿por qué lo haríamos nosotros?
Echoes of the Latter-day Saints