
03/05/2024
Hoy queremos compartir con ustedes un curioso y tal vez luminoso fragmento donde un alter ego del aclamado novelista Paul Auster -cuya partida fue un golpe en el mundo literario- mencionaba al comienzo de la novela "Brooklyn Follies" lo que quería para el final de su vida y que en efecto tuvo como corolario. El gran novelista Auster nació en Nueva Jersey, pero su conexión con Nueva York, especialmente Brooklyn, fue fundamental en su trabajo y en su vida y como era su deseo, se despidió de esta vida en esta ciudad:
"Estaba buscando un sitio tranquilo para morir. Alguien me recomendó Brooklyn, de manera que al día siguiente salí de Westchester y fui para allá a reconocer el terreno.
No había vuelto en cincuenta y seis años, y no me acordaba de nada. Mis padres se habían ido de la ciudad cuando yo tenía tres años, pero el instinto me llevó al barrio
donde habíamos vivido, arrastrándome como un perro herido al lugar donde nací. Un empleado de una agencia inmobiliaria de la zona me enseñó media docena de pisos
en edificios de piedra rojiza, y a última hora de la tarde había alquilado un apartamento de dos habitaciones con jardín en la calle
Uno, sólo a media manzana de Prospect Park. No tenía idea de quiénes eran mis vecinos, y no me importaba. Todos
trabajaban de nueve a cinco, ninguno tenía hijos, así que en el edificio siempre habría un relativo silencio. Más que nada, eso era lo que buscaba. Un fin silencioso para mi triste y ridícula vida".