15/06/2025
Los verdaderos héroes no siempre llevan capa ni vuelan como en las películas. A veces madrugan sin quejarse, trabajan sin pausa y llegan a casa con una sonrisa cálida. Esos héroes son nuestros papás: algunos en el campo, otros en una oficina o manejando por la ciudad, y otros, como el mío, en un aula. Cada padre, desde su realidad, tiene una fuerza invisible que lo impulsa a darlo todo sin medida.
Ese amor silencioso fue la chispa que inspiró el Día del Padre. Surgió a principios del siglo XX en Estados Unidos, cuando Sonora Smart Dodd, inspirada por el Día de la Madre, propuso en 1909 establecer un día especial para homenajear a su padre, William Jackson Smart, un veterano de la Guerra Civil que crió solo a seis hijos tras la muerte de su esposa. Años después, en 1972, el presidente Richard Nixon lo oficializó como celebración nacional, fijándose para el tercer domingo de junio, fecha que adoptaron varios países, incluido el Perú.
En países como España, Italia y Portugal, el Día del Padre se celebra el 19 de marzo, coincidiendo con la festividad de San José, figura emblemática de la paternidad en la tradición católica por ser el padre putativo de Jesús.
Este día no es solo una fecha en el calendario; es un suspiro del alma, una caricia al recuerdo. Es volver a ser ese niño que buscaba la mano fuerte de papá para cruzar la vida, y descubrir, con los años, que esa mano nunca nos soltó. Es un día que huele a almuerzo casero, a ropa de trabajo, a abrazos que dicen más que mil palabras. Un día donde las risas se mezclan con lágrimas, sobre todo por quienes ya no están, pero siguen vivos en cada gesto, en cada consejo que aún resuena cuando más los necesitamos. Porque un padre, incluso sin decir "te amo", lo grita en cada madrugada sin dormir, en cada jornada de trabajo, en cada sueño postergado por el bienestar de los suyos. Hoy no celebramos solo a un hombre, celebramos a ese amor inmenso, discreto y eterno que llamamos “Papá”.
Escrito por: Romina Isuiza.