
10/06/2025
Cuando una langosta crece, su caparazón ya no le queda. Le aprieta, le duele, la asfixia; entonces se esconde, se desprende de ese caparazón que la protegía… y fabrica uno nuevo, más grande, hecho a la medida de quien ya es más grande por dentro.
No lo hace una vez. Lo hace muchas. Cada vez que siente presión, entiende que no está fracasando…está creciendo.
En la vida es igual. Los niños que aprenden a tolerar la frustración,
a resolver en vez de rendirse, a levantarse aunque tengan miedo,
son los que más lejos llegan.
No por talento. Sino por carácter.
No por suerte. Sino por hábitos.
Si quieres que tu hijo sea millonario, no le enseñes a buscar comodidad. Enséñale a encontrar valor en la incomodidad. Enséñale que el dolor no es enemigo, sino el aviso de que está por romper su límite.
Cuando la vida le apriete,
no le des excusas. Dale herramientas. Dale ejemplo.
Porque cada vez que rompa su caparazón,
el mundo le quedará más grande…y él también.