31/08/2025
// En 1928, 𝐥𝐨𝐬 𝐇𝐮𝐚𝐧𝐜𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐏𝐨𝐦𝐚𝐛𝐚𝐦𝐛𝐚 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫𝐨𝐧 𝐡𝐮𝐞𝐥𝐥𝐚 en la gran Fiesta de Amancaes en Lima, presentándose con 9 danzantes y mostrando al Perú entero la fuerza de nuestra tradición.
Hoy, casi un siglo después, esa memoria se renueva en el poblado de Carac – Huaral, donde el Capitán, cumpliendo con el contrato, pidió un registro exclusivo: bailar con 4 danzantes en cada costado, recuperando así una forma de presentación que da mayor fuerza y equilibrio a la danza.
Este video no es solo una muestra artística: es un acto de rescate patrimonial, donde la historia y la tradición se encuentran para seguir proyectando la danza Huanca con orgullo y autenticidad.
𝐇𝐮𝐚𝐧𝐜𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐏𝐨𝐦𝐚𝐛𝐚𝐦𝐛𝐚 𝐲 𝐥𝐚 𝐅𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐀𝐦𝐚𝐧𝐜𝐚𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝟏𝟗𝟐𝟖
La pampa de Amancaes, en el distrito del Rímac, fue durante siglos escenario de una de las celebraciones más grandes y populares de Lima: la Fiesta de San Juan Bautista, cada 24 de junio.
Su origen se remonta a 1582, cuando, según la tradición, la niña Rosario halló la imagen de Cristo en una roca, hecho que dio lugar a la construcción de la capilla de San Juan. Desde entonces, Amancaes se convirtió en lugar de peregrinación, visitado incluso por San Martín de Porres en su juventud. Durante el Virreinato, virreyes como Melchor de Navarra organizaban allí cacerías y meriendas; y con el tiempo, la fiesta se transformó en un encuentro social abierto a todas las clases: desde aristócratas en calesas y caballos de paso hasta familias humildes que llegaban a pie o en mulas.
Las acuarelas de Pancho Fierro en el siglo XIX y las crónicas de viajeros describen esta festividad como un verdadero festival criollo y popular: guitarras, cajones, zamacueca, comidas como pachamanca, anticuchos, cau cau, frejoles y pisco recorrían las mesas compartidas. Amancaes fue también la primera gran feria gastronómica del Perú, un espacio donde la música criolla y el folclore regional convivían en armonía.
Ya en la República, hacia fines del siglo XIX, la fiesta comenzó a decaer. Sin embargo, durante el Oncenio de Augusto B. Leguía, el Estado buscó revitalizarla dentro del proyecto de la “Patria Nueva”. Así, el 24 de junio de 1928, la Municipalidad del Rímac organizó un festival oficial con concursos de caballos de paso y presentaciones artísticas de diversas regiones del país. Ese día quedó registrado en el célebre “Álbum Perdido de Leguía”, con 48 fotografías que muestran a miles de limeños, autoridades, diplomáticos y artistas reunidos en la pampa.
Fue en ese marco que los Huancas de Pomabamba (Áncash) se presentaron ante el público limeño con 9 bailarines, acompañados de arpa y violín. Aquella puesta en escena marcó un hito: la danza dejó de ser solo una expresión local para adquirir notoriedad nacional. Las imágenes de 1928, además, revelan una vestimenta distinta a la que hoy reconocemos con 7 bailarines, mostrando cómo las tradiciones evolucionan, se transforman o se reducen con el tiempo.
Hoy, Pomabamba conserva con orgullo 36 danzas folclóricas y, desde 2009, ostenta el título de Capital Folclórica de Áncash. Recordar la versión de los Huancas con 9 bailarines no es un simple detalle: es un acto de rescate patrimonial, porque conecta con aquel momento histórico en que la danza se proyectó al Perú entero desde la fiesta más importante de Lima.
Leonardo Jaramillo Miranda