
25/08/2025
CENTRO AL ÁREA
Escribe, Nestor Díaz.
¿Será el Mundial de Clubes mejor que la Champions League? 🏆
El Mundial de Clubes de la FIFA atrajo las miradas del mundo por un mes que pasó volando, en un verano norteamericano plagado de presentaciones de los futbolistas tipo NBA, como estrellas de otro planeta al momento de salir al campo. Un cambio sistemático de marketing y logística que la FIFA implementó, para diferenciar y convertir el torneo más atractivo. Sin embargo, esos retoques de cine no bastan para complacer al exquisito paladar futbolístico de los aficionados. Es prematuro presagiar, pero, desde ya, se puede afirmar que el Mundial de Clubes no es mejor que la Champions League, en absoluto. La Champions cuenta con una identidad arraigada desde hace décadas, canción única, mensaje atractivo; se juega todos los años, presenta a los “bestsellers” del balompié, a clubes más sólidos en sus finanzas, con lo cual nadie le puede competir. Los mejores en el más prestigioso torneo de clubes del planeta. Las tres Américas, africanos, asiáticos, anhelan mostrar sus banderas en dicha competición, y es por ende el peldaño más alto que un futbolista puede alcanzar con su club; hasta unos octavos de final son suficientes para sus aspiraciones.
Inmortales como Zinedine Zidane, Leo Messi, Ronaldo “el fenómeno”, Luis Figo, Ronaldinho, Fernando Redondo, Buffon, Maldini, CR7, Carles Puyol —por mencionar algunos— se pasearon por la alfombra roja de la Champions League, con llamaradas de juego estelar. El Mundial de Clubes estrenó nuevo formato, que engloba a todos los continentes, pero la cantidad de partidos que se deben jugar al final de la temporada europea hace que los clubes del viejo continente participen solo por unos dólares más en sus gloriosas arcas. Para las otras confederaciones sí es atractivo, ya que pueden mostrarse con todas sus armas frente a los reyes de Europa, los cuales son los que mueven el mercado, nos guste o no. Algunos dicen que el mundial de la FIFA, por jugarse cada cuatro años, será más apasionante, pero la realidad se desnuda con participantes agotados por el trajín de los demás campeonatos y por las dádivas del ente rector, que se muestra muy generoso al momento de la organización. Existen equipos asiáticos, africanos, de la CONCACAF y de Oceanía, que no brindan la talla de un mundial en sí y deslucen las tribunas a vacías en la primera ronda. Circunstancia que no sucede con la Champions League en la fase previa, debido a que los grupos son más parejos y nadie da margen de error. El sistema de un partido en eliminación directa es tibio cuando de clubes se trata; en cambio, en la Champions son match de ida y vuelta: el primer tiempo en una ciudad y el segundo en otra. Hablar de las remontadas en el fútbol lo hace más vibrante y mantiene al espectador al tanto de la próxima batalla. Esto último solamente sucede en la Champions League, y eso la hace única.
La FIFA implantó el nuevo formato disp**ado en Estados Unidos, con el afán de descentralizar la competencia de clubes y dar acceso a todos en un solo torneo; es lo que se propaló desde dentro de las oficinas de marketing. Pero la objetividad nos muestra la otra cara de la moneda, motivando a las entidades con jugosos premios, para posteriormente ser un campeonato netamente comercial. Se prioriza el dinero por encima del buen espectáculo, con jugadores mermados en su rendimiento, de piernas agotadas que suplican un par de semanas de vacaciones. Además, acoger a clubes como el Auckland City de Nueva Zelanda (semiprofesional), por citar uno, merma la calidad de un torneo mundial. Y equipos así no profesionales se unirán en las próximas ediciones que, por supuesto, regresarán con la mochila colmada de goles. Los de Zúrich se encuentran en un tira y afloja con la UEFA; tratan de acaparar y aprovechar la calidad que visten muchos clubes del mundo, pero no lograrán mantener un mundial con brillantez futbolística, como lo es hoy la Champions League. Se supone que irán ajustando algunas falencias, mientras el calendario de verano se ajustará aún más con bajas de suprema relevancia.
En la última Champions League, según ESPN, la asistencia total se consagró en alrededor de 8,308,530 espectadores; por otro lado, en el Mundial de Clubes 2025 fue de 2,492,062 personas a lo largo de los 63 partidos. La copa de “la pelota de las estrellas” se convierte cada temporada en uno de los espacios publicitarios más apetitosos del calendario internacional. Sponsors principales como Heineken, Mastercard, PlayStation, FedEx y Qatar Airways propalan estrategias de marketing 360°, y son aliados estratégicos de la UEFA, los cuales ven jugosas ganancias en sus productos al apostar por una identidad plasmada en la excelencia. En conferencia de prensa post mundial, Gianni Infantino se ufana: “Dicen que perdíamos dinero o que nos quedábamos con algo. No. Todo se ha distribuido. Ya es la competición de clubes más valiosa del mundo”. Por su parte, en una oportunidad el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, lanzó una frase que sigue vigente: “El dinero no manda y el modelo europeo de deporte debe respetarse. El fútbol no está en venta…” La verdad es que no se debe matar al fútbol, cargando de partidos a los verdaderos protagonistas: los futbolistas. Al margen de los dimes y diretes por parte de los ejecutivos, la Champions League seguirá vigente como el mejor torneo de clubes del mundo, sin importar el dinero que pueda repartir la FIFA; lo realmente trascendente es la calidad dentro y fuera del terreno de juego. ¡Centro al área y tú tienes el balón!