
06/08/2025
Se pasaba 10 horas sin ir al baño, porque no quería usar el del trabajo.
Solo porque le daba vergüenza.
Decía que no se sentía cómoda, que prefería esperar, que en su casa estaba más tranquila.
Así, día tras día, ignoraba las señales del cuerpo.
Aunque tuviera ganas, se aguantaba la mayoría de las veces.
Hasta que un día, ni siquiera en su casa pudo.
Llegó a urgencias con dolor abdominal, inflamación, ardor al orinar y dificultad para evacuar.
El diagnóstico fue doble: infección urinaria e intestino colapsado por retención prolongada.
Lo que parecía una simple costumbre terminó en sondas, antibióticos, enemas y una lección clara:
Aguantarse no era autocontrol.
Era ignorar las necesidades más básicas del cuerpo. Y eso es muy grave.
Porque cuando reprimes todos los días lo que tu cuerpo necesita soltar,
llega un momento en que… simplemente, se apaga.
Si tu cuerpo te habla, escúchalo.
Aunque estés en medio del trabajo.
Aunque no sea el momento perfecto.
Aunque no estés en casa.
Porque si tú no lo escuchas, él va a empezar a gritar de otras formas.