26/07/2025
FIESTA DE SANTA ANA - 26 DE JULIO.
LAGRIMAS DE UNA MADRE - CUSCO.
Nuestra tierra el Cusco esta llena de tradiciones curiosas que por lo general son guardadas tras de los muros de aquellas casonas antiguas que aun están de pie en el centro de nuestra ciudad.
La pequeña urbe del Cusco estaba en plena época republicana y en el antiguo barrio de Qarmenqa o Q'arwinka (hoy barrio de Santa Ana) vivía doña Gregoria Segovia, dueña de una de las picanterías mas concurridas de ese entonces. Mamá Gregoria como todos la conocían, era una mujer trabajadora, experta en lo que hacia, ninguna picantería en el Cusco ofrecía los picantes que mamá Gregoria daba, cremita de zapallo, ccapi-uchu, lisas-uchu, tarwi y ni mencionar la chicha de mamá Gregoria, pues su sabor era exquisito e incomparable.
Mamá Gregoria tenia una hija de nombre Anselma, una muchacha cansada del olor de la picantería, una joven que deseaba algo diferente para su vida, no estaba dispuesta a llevar una vida sacrificada como lo hacia mamá Gregoria, muchas veces Anselma evadía sus obligaciones en casa y se escapaba donde su mejor amiga de nombre Raymunda cuya madre era una de las comadronas mas conocidas de la ciudad, ambas jóvenes pasaban horas de horas envueltas en conversaciones y tertulias tratando de descubrir una forma fácil de ganarse la vida.
Los días pasaban y las ausencias de Anselma en casa eran cada vez mas prolongadas, esto generaba gran preocupación en mamá Gregoria, preocupación que crecía aun mas cuando Anselma comenzó a manejar dinero que mamá Gregoria no le daba.
Muchas fueron las veces en las que mamá Gregoria pidió a Anselma confiar en ella y decirle de donde saca el dinero, pero nunca tuvo éxito. Un día mamá Gregoria tuvo que dejar encargado el negocio y seguir a Anselma para de una vez por todas saber a lo que se estaba dedicando. Anselma cruzaba la calle Arcopata, bajó hacia la calle Nueva Alta para continuar por Queswa y finalmente llegar a calle hospital donde ingreso a una casona. Resulta que a esa casona se dirigían aquellas jóvenes embarazadas que no deseaban ser madres y buscaban una solución inadecuada, Anselma siendo aun joven había aprendido a realizar abortos, era eso a lo que se estaba dedicando.
Fueron muchas las veces en las cuales mamá Gregoria con lágrimas en los ojos pidió a Anselma alejarse de esa practica clandestina que iba en contra de las creencias y enseñanzas que tuvo desde pequeña y atentaban directamente la voluntad de Dios nuestro Señor, pero Anselma nunca le hizo caso. Pasaron los años y hubo algo que finalmente hizo recapacitar a Anselma, mamá Gregoria falleció dejando un gran vacío en su vida, el dolor fue muy intenso, la huérfana quedó muy golpeada con lo acontecido, por mucho tiempo permaneció encerrada en su casa contemplando la ausencia de su madre, preguntándose a si misma ¿Por qué me toca sufrir de este modo si nunca le hice daño a nadie? Aunque quizás lo peor recién estaba a punto de suceder.
Pero tal como dice el dicho “El tiempo lo cura todo”, Anselma pudo superar la ausencia de su madre, era aún una mujer joven, quizás no tenia las habilidades de mamá Gregoria, pero junto con sus colaboradoras pudo sacar adelante una vez más la picantería que ahora veía con mucho apego y cariño. Las cosas iban muy bien hasta el punto que Anselma tuvo la dicha de conocer el amor en un joven de nombre Alberto, ambos se enamoraron perdidamente y se casaron, solo faltaba una cosa para lograr la felicidad completa, un hijo.
Los años siguieron pasando pero la felicidad completa nunca llegó, resulta que Anselma era estéril y nunca podría ser bendecida con un hijo, solo ahí pudo comprender el dicho “Todo lo que se hace se paga”. Anselma ya no tenia lagrimas después de haber llorado tanto, y mas aun que Alberto la dejó sola porque él si quería ser papá y buscó esa oportunidad en otra mujer.
Quizás uno tiene que pisar fondo para recién darse cuenta de sus errores, felizmente nuestra querida Anselma nunca se dio por vencida, encontró fuerzas en el recuerdo de mamá Gregoria, ella le había enseñado que la FE es lo ultimo que se pierde, quizás el temor mas grande que tenia Anselma era quedarse sola para toda la vida, pero aun así siguió para adelante.
En nuestra tierra el Cusco las celebraciones religiosas eran muy importantes y curiosamente Anselma había sido nombrada Mayordoma de la Mamacha Santa Ana en la festividad del corpus Christi tal como lo había sido en su época mamá Gregoria. Con mucho cariño Anselma hizo preparar la mejor chicha para la festividad, hizo bordar un manto elegante para la Mamacha Santa Ana (la abuelita de todos los cusqueños), y lo único que pedía era PERDON por lo mal que se había portado en su juventud.
Una noche en sueños Anselma pudo ver a una mujer mayor, al principio creyó que se trataba de mamá Gregoria quien le hablaba, pero no, al parecer era Mamacha Santa Ana quien le dijo “Dios te ha perdonado”, “nunca pierdas la Fe en ÉL”, “Nuestro padre nos ama de sobremanera, solo le importa que seamos felices”. Desde ese día Anselma encontró paz en su corazón, ya no tenia remordimientos en su conciencia, en verdad había sido perdonada.
Una mañana del 26 de Julio alguien tocó la puerta de Anselma, ella salió presurosa y cuando abre su puerta se da con la sorpresa que habían dejado abandonada a una bebé, inmediatamente Anselma dio parte a la policía pero nunca nadie reclamó a la criatura, así que ofrecieron a Anselma hacerse cargo de la wuawua lo cual aceptó gustosamente y la bautizó con el nombre de “Ana Gregoria”. Anselma nunca mas se sintió sola y finalmente encontró la felicidad con la dicha de ser madre.