04/07/2023
𝐕𝐎𝐒𝐎𝐓𝐑𝐎𝐒 𝐒𝐎𝐈𝐒 𝐋𝐀 𝐋𝐔𝐙 𝐃𝐄𝐋 𝐌𝐔𝐍𝐃𝐎
𝐌𝐚𝐭𝐞𝐨 5: 14 - 15 ... 📖 ...
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre sobre un monte no se puede esconder.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
Podría decirse que éste es el mayor cumplido que se le haya hecho jamás al cristiano individual,
porque en él Jesús manda al cristiano que sea lo que Él mismo afirmó ser. Jesús dijo:
«Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo» [Juan 9:5].
Cuando Jesús mandó a sus seguidores que
fueran las luces del mundo, les pedía que fueran como Él mismo, ni más ni menos.
Cuando Jesús dijo estas palabras, estaba usando una expresión que les resultaría familiar a los
judíos que la oyeron por primera vez.
Ellos llamaban a Jerusalén
«una luz para los gentiles;»
y a un famoso rabino le solían llamar
«una lámpara de Israel.»
Pero la forma en que usaban los judíos esta
expresión nos da la clave de cómo la usó Jesús. De una cosa estaban los judíos completamente seguros: ninguna persona encendía su propia luz.
Jerusalén era sin lugar a duda una luz para los gentiles, pero había sido Dios el Que había
encendido la lámpara de Israel. La luz que brillaba en la nación o en la persona piadosa era una luz
prestada. Así sucede también con el cristiano.La exigencia de Jesús no es que cada uno de
nosotros deba, como si dijéramos, producir su propia luz.
Debemos brillar con el reflejo de Su luz.
El resplandor que se advierte en la vida del cristiano viene de la presencia de Cristo en su corazón. A veces hablamos de una novia radiante, pero la luz que irradia viene del amor que ha nacido en su corazón.
Cuando Jesús dijo que los cristianos debemos ser la luz del mundo,
¿qué quería decir?
A - Una luz es algo que en primer lugar y principalmente está para que se vea. Las casas de
Palestina eran muy oscuras, con una sola ventana circular de medio metro de diámetro. La lámpara
era como una salsera llena de aceite y con una mecha.
No era nada fácil encender una lámpara cuando no había ni cerillas. Normalmente la lámpara se colocaba en un candelero o soporte, que en
muchos casos no era más que un soporte de madera toscamente tallada; pero cuando la gente se salía de la habitación, por seguridad, quitaban la lámpara del candelero y la ponían debajo de un
cajón de arcilla de medir el grano para que siguiera ardiendo sin riesgo hasta que volviera alguien.
El deber primario de la luz de la lámpara era que se pudiera ver.
Así es que el Cristianismo es algo que se tiene que dejar ver. Como ha dicho bien alguien:
« No puede haber tal cosa como un discipulado secreto; porque, o el secreto acaba con el discipulado, o el discipulado con el secreto.»
Nuestro cristianismo tiene que ser perfectamente visible a todo el mundo.
Además, este Cristianismo no tiene que dejarse ver solamente en la iglesia. Un cristianismo cuyos
efectos no salen de las puertas de la iglesia no le sirve a nadie gran cosa. Debería ser más visible
todavía en las actividades normales y corrientes.
Nuestro Cristianismo debe dejarse ver en la
manera como tratamos al dependiente de la tienda al otro lado del mostrador, en nuestra manera de encargar una comida en el restaurante, en nuestra forma de tratar a nuestros empleados o de servir a nuestros superiores, en nuestra manera de practicar un deporte o jugar a un juego, o conducir o aparcar un vehículo, en el lenguaje cotidiano que usamos y en lo que leemos cada día.
Un cristiano debe serlo en la fábrica, el taller, los astilleros, la mina, la escuela, la consulta médica, la cocina, el campo de fútbol, exactamente lo mismo que en la iglesia. Jesús Nó dijo:
«Vosotros sois la luz de la Iglesia», sino:
«Vosotros sois la luz del mundo.»
Así que nuestro cristianismo se tiene que hacer
evidente a todos por nuestra manera de vivir en el mundo.
B - Una luz es un guía. En cualquier día podemos ver una serie de luces que marcan el camino que
deben seguir los barcos para su seguridad.
Sabemos lo difícil que resulta transitar por las calles de la ciudad cuando hay un apagón. Una luz es algo que facilita el camino.
Así que un cristiano debe indicarles el camino a los demás. Es decir: el cristiano está obligado a
ser un ejemplo. Una de las cosas que más necesita este mundo son personas que estén preparadas a ser focos de bondad.
Supongamos que hay un grupo de gente, y que alguien propone que se haga algo dudoso. A menos que alguien se oponga abiertamente, aquello se hará. Pero si alguien se pone en pie y dice:
«No contéis conmigo para eso,» otro, y otro, y otro se levantarán y dirán: «Ni conmigo tampoco.»
Pero si no se les hubiera dado ejemplo, se habrían callado.
Hay muchas personas en este mundo que no tienen la fuerza moral ni el coraje para mantenerse firmes en solitario; pero si otro se adelanta, le seguirán; si cuentan con alguien suficientemente fuerte o seguro en quien apoyarse, harán lo que deben.
Es el deber del cristiano adoptar la posición que
luego secundará el hermano más débil, iniciar la marcha que otros con menos coraje seguirán
después. El mundo necesita luces guiadoras; hay personas esperando y anhelando la dirección para
hacer lo que no se atreverían a emprender solas.
C - Una luz esa menudo una advertencia. A menudo se usa la luz para advertir de un peligro que acecha más adelante.
Algunas veces el cristiano tiene la obligación de presentarles a los demás la necesaria advertencia. Eso es a menudo difícil, especialmente hacerlo de forma que no haga más daño que bien; pero una de las más desgarradoras tragedias de la vida es que nos venga alguno, especialmente un joven, y nos diga:
« No me encontraría en esta situación si me lo hubieras adver -tido a tiempo.»
Se decía de la famosa maestra y educadora que, si alguna vez tenía ocasión de corregir a sus
estudiantes lo hacía
« poniéndole el brazo alrededor de los hombros.»
Si hacemos nuestra advertencia, no con enfado ni crítica, sino con amor, será eficaz.
El cristiano debe ser una de estas luces que se pueden ver, que advierten y que guían.
𝐁𝐑𝐈𝐋𝐋𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐃𝐈𝐎𝐒
𝐌𝐚𝐭𝐞𝐨 5: 16 ...
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Aquí hay dos cosas de suprema importancia.
1 - La gente tiene que ver nuestras buenas obras. En griego hay dos palabras para bueno. Hay la
palabra 𝐚𝐠𝐚𝐭𝐡ó𝐬, que simplemente define la calidad de una cosa como buena; y hay la palabra 𝐤𝐚𝐥ó𝐬,que quiere decir que una cosa es no sólo buena, sino también hermosa y atractiva.
La palabra quese usa aquí es 𝐤𝐚𝐥ó𝐬.
Las buenas obras del cristiano tienen que ser no sólo buenas, sino también atractivas. Tiene que
haber un cierto encanto en la bondad cristiana. La tragedia de mucho de lo que se considera bueno
es que tiene un elemento de dureza y de frialdad y de austeridad.
Hay una bondad que atrae, y una bondad que repele. Hay un cierto encanto en la verdadera bondad cristiana que la hace encantadora.
2 - También tenemos que notar que nuestras buenas obras deben atraer la atención, no a
nosotros, sino a Dios.
Este dicho de Jesús es una prohibición total de lo que alguien ha llamado «bondad teatral.»
En una conferencia en la que estaba presente D. L. Moody había también algunos jóvenes que
tomaban su fe cristiana muy en serio. Una noche tuvieron una vigilia de oración. Cuando llegaban de ella por la mañana se encontraron con Moody, que les preguntó qué habían estado haciendo.
Se lo dijeron, y añadieron:
«¡Señor Moody, vea cómo nos brilla el rostro!»
Moody les contestó muy cortésmente:
«Moisés no sabía que le relucía el rostro.»
La bondad que es consciente, que llama la
atención a sí misma, no es la bondad cristiana.
Uno de los historiadores antiguos escribió acerca de Enrique V después de la batalla de Agincourt:
«Tampoco permitió que se hicieran canciones ni que las cantaran los juglares acerca de su gloriosa victoria; porque quería que toda la alabanza y la gloria y la acción de gracias se Le dieran a Dios.»
El cristiano no piensa nunca en lo que él ha hecho, sino en lo que Dios le ha capacitado para hacer.
Nunca trata de atraer las miradas de la gente, sino siempre en dirigirlas a Dios. Mientras las personas estén pensando en las alabanzas, las gracias y el prestigio que obtendrán por lo que han hecho, no han empezado todavía a recorrer el camino cristiano de veras.