
31/08/2025
LA CONSTITUCIÓN DE 1979
QUE FIRMÓ HAYA DE LA TORRE
Escribe: José Luis Delgado Núñez.
Viajemos en el tiempo. Recordemos también que el 12 de julio de 1979, al día siguiente de la clausura del XII Congreso Nacional del Partido Aprista Peruano, en su domicilio de Villa Mercedes, Víctor Raúl, en su calidad de presidente de la Asamblea Constituyente, firmó, con gran esfuerzo, la primera y la última página de la nueva Constitución. Lo hizo en presencia del oficial mayor del Congreso, Luis Chacón Saavedra y el edecán coronel José Ugaz. Acompañaban a Víctor Raúl, Andrés Townsend, Luis Negreiros, Criado y Jorge Idiáquez. Debilitado por la enfermedad, pero mentalmente lúcido, pulsó la pluma con mano firme y con trazo lento y cuidadoso estampó las dos veces su firma. Al concluir dijo “¡ya está!”. Eran las tres de la tarde.
La firma de la Carta Magna de 1979 fue el último acto público de Víctor Raúl, y uno muy importante. Pocas horas después, en el pleno de la Constituyente, firmaron bajo el nombre de Haya de la Torre los integrantes de las bancadas del PAP, el PPC, UN, MDP, DC y un integrante del FNTC (69 de 100 representantes). Los demás del FNTC, con UDP, FOCEP, P*P, PSR (31 constituyentes) rechazaron firmar, afirmando que la Constituyente estuvo “sometida” a la dictadura militar. Lo que iba a ocurrir en pocas horas demostró que no era así.
Concluida la ceremonia de las firmas, el pleno envió el original de la Constitución al presidente, general Morales Bermúdez, a las 7 p.m. Según el protocolo acordado, el general debía dar su conformidad. Sin embargo, no la dio. Casi tres horas después, llegó una carta oficial manuscrita del general Morales, objetando algunas de las disposiciones transitorias. Deseaba que la junta militar de gobierno tenga el privilegio de decidir a voluntad las condiciones y los plazos del cambio de gobierno. La Constituyente, por el contrario, era de la opinión de dejar todo claramente señalado y de acuerdo con la nueva Constitución.
Por iniciativa de Luis Alberto Sánchez, con el respaldo de la gran mayoría del pleno, la Asamblea solo reconoció al gobierno su potestad para decretar estados de emergencia por razones de seguridad interna, sin perjuicio de los derechos humanos señalados en la nueva Carta y cumpliendo los plazos de la transferencia democrática ya decididos. No le reconocía otra atribución. De inmediato se sometió a votación una resolución de un solo punto, que decía: “La Constitución del Perú ha quedado sancionada y promulgada el 12 de julio de 1979, y solo puede ser reformada por el procedimiento prescrito en el Art. 306° de la misma”. Es decir, que lo ya promulgado solo puede modificarlo un gobierno democrático.
Sin la firma de Víctor Raúl, este entredicho entre el gobierno militar y la Constituyente hubiera dado lugar a incertidumbres y tensas negociaciones. La firma del jefe del APRA dio fuerza y autoridad a todos los firmantes de la Constitución y les permitió promulgar la nueva ley de leyes, cumpliendo el mandato dado por el pueblo en las elecciones del 18 de junio de 1978. La Constituyente, sin someterse en forma alguna al gobierno militar, remitió de nuevo el original de la Constitución con el sello de “promulgado”. Se adjuntó una copia con letra grande del Art. 306°, cuyo texto decía:
“Título VI. Reforma de la Constitución. Artículo 306.- Toda reforma constitucional debe ser aprobada en una primera legislatura ordinaria y ratificada en otra primera legislatura ordinaria consecutiva. El proyecto correspondiente no es susceptible de observación por el Poder Ejecutivo. La aprobación y la ratificación requieren la mayoría de los votos del número legal de miembros de cada una de las Cámaras. La iniciativa corresponde al presidente de la República, con aprobación del consejo de ministros; a los Senadores y Diputados; a la Corte Suprema, por acuerdo de Sala Plena, en materia Judicial; y a cincuenta mil ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional de Elecciones”.
Tras esta última resolución, la Asamblea Constituyente declaró finalizada su labor. La nueva Constitución ya era una realidad. No había vuelta atrás. Haya de la Torre había ganado su última batalla. Lamentablemente, la salud del jefe del aprismo siguió agravándose. El 2 de agosto de 1979, a las 10:45 p.m, Haya de la Torre falleció. Tenía 84 años. ¡Viva Haya de la Torre!