26/10/2025
🚨 | En el Hospital Amazónico de Yarinacocha ( ), los niños no solo esperan tratamiento, sino esperan turno en una lista que no se mueve. Tres pequeños pacientes del área de aguardan hace días (algunos más de una semana) a que les asigne una cama. Mientras tanto, sobreviven en salas , atendidos por médicos que hacen milagros con lo poco que tienen. La doctora Juliana Cerna, encargada del área, habla con la serenidad de quien se ha acostumbrado a la permanente. “Estamos pidiendo a las autoridades que nos ayuden a agilizar las referencias. No queremos que los niños lleguen descompensados o, peor aún, no lleguen”, dice. Detrás de esa frase hay una de papeles, llamadas, teleconsultas y negativas. El primer caso es Elian, un bebé de nueve meses con nefrótico congénito. Su cuerpo se hincha de líquido mientras los médicos esperan respuesta del Instituto Nacional de Salud del Niño de . Doce días de espera. “Nos contestan que no hay cupos disponibles”, explica Cerna. En ese tiempo, el cuadro puede empeorar. Pero el sistema no corre, ni cuando hay un corazón de nueve meses de por medio. El segundo caso es el de un lactante de tres meses con neumonía complicada y neumotórax. Fue operado de emergencia en , pero necesita cirugía torácica especializada. En también le dicen que no hay espacio. “Seguimos el manejo con teleconsultas, pero hay procedimientos que no pueden hacerse aquí”, lamenta la médica. La tercera paciente es una niña de cinco años con un dolor abdominal crónico que esconde un incierto.
📌 Lleva tres semanas internada. Las revelan un conglomerado ganglionar que podría ser viral o tumoral. También espera una referencia. También espera un cupo. La espera, palabra repetida hasta el cansancio en los públicos, se ha vuelto una condena. “Cuando tenemos niños con leucemia, la referencia puede demorar un mes”, dice Cerna. Mientras tanto, el personal sostiene las vidas con , antibióticos y paciencia. “Hacemos manejo conjunto con los especialistas de Lima cada 48 o 72 horas. Pero el traslado sigue pendiente.” El área de del , además, fue inundada por las últimas lluvias. Las camas se en un ambiente provisional con capacidad para ocho pacientes. “Estamos en hacinamiento, pero seguimos atendiendo”, afirma la doctora. El techo fue reparado parcialmente pero el cielo raso aún no. La gestión promete los arreglos “en los próximos días”. Entre las goteras y los reclamos, la médica los rumores de “maltrato” difundidos en algunos medios de comunicación. “No hemos hablado con ningún periodista. Entendemos el malestar de los padres, pero nosotros también estamos frustrados. No depende de nosotros que Lima acepte a los pacientes.” La escena final es tan simple como demoledora, la de tres niños enfermos en un inundado, y un sistema que responde con administrativo. “Si pudiéramos agilizar las referencias, los niños llegarían estables a Lima, a tiempo para ser atendidos”, dice Cerna. ”Eso es lo que queremos, que lleguen vivos”, finalizó. Afuera, el sol se abre paso entre las nubes. Adentro, los médicos siguen esperando una llamada de que no llega.
Diana Tang 📝 | 📢
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