01/07/2025
Irene Vallejo | De esos peligros no nos salva el orgullo, sino un cóctel burbujeante de humor y humildad. La antigua palabra latina humilis deriva de humus, “tierra”. Significaba estar abajo, en un peldaño inferior del escalafón, sin privilegios ni pedigrí. No haber nacido arriba, arrogantes. El cristianismo dignificó el concepto, y en su imaginario se convirtió en la virtud opuesta a la soberbia: «Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra». El cielo estará, después de todo, entre el barro. No olvidemos que el humus o mantillo, en términos geológicos, es la capa que enriquece la naturaleza, la fertiliza y la hace crecer. La humildad también puede ser fértil, como conciencia de la propia ignorancia, de nuestros desastres, tropiezos y tonterías, como apertura a aprender. Las limitaciones nos hacen humanos –otra palabra de la misma familia–. Nada germina en piedra sólida, mientras la tierra frágil alimenta el cultivo y la cultura.
“La antigua palabra latina humilis deriva de humus, ‘tierra’. Significaba estar abajo, en un peldaño inferior del escalafón, sin privilegios ni pedigrí. No haber nacido arriba, arrogantes”.