28/10/2025
📰 Reporte especial: El silencio de San Nicolás
*Un patrimonio destruido que contaba la historia de Supe*
Por: J. Carlos Hernández
Director del medio DIA7 El poder de tu voz
Realizador del primer documental cultural de Supe "Supe te espera 2023"
Introducción
Como director de un medio de comunicación local y realizador del primer documental cultural de Supe, he recorrido durante años los valles de nuestra provincia registrando los testimonios, costumbres y lugares que conforman la memoria viva del norte chico.
Entre ellos, la Hacienda San Nicolás, ubicada en el distrito de Supe, siempre destacó como un punto estratégico de nuestra historia agraria, migratoria y turística.
Hoy, lamentablemente, este espacio ha sufrido una pérdida irreparable que deja una herida abierta en la identidad cultural de nuestro pueblo.
*Una historia que marcó el desarrollo del valle*
La Hacienda San Nicolás fue construida en el siglo XVI por la orden de los agustinos y se consolidó como una de las más importantes del valle de Supe.
A finales del siglo XIX se convirtió en un centro productivo de caña de azúcar, marcando el inicio de una nueva etapa económica y social para la zona. Entre 1899 y 1924, la llegada de trabajadores japoneses fortaleció esta dinámica y dejó una huella profunda en nuestra historia local: su pequeño cementerio, cercano al predio, sigue siendo testimonio de ese encuentro cultural.
Con la reforma agraria de 1969, la hacienda pasó a formar parte de una cooperativa agraria y fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación por su valor histórico y arquitectónico. En los últimos años, la Zona Arqueológica Caral había emprendido trabajos de recuperación para integrar este espacio al circuito cultural y turístico del valle.
*El atentado contra el patrimonio*
El último 26 de octubre de 2025, vecinos del sector alertaron sobre el uso de maquinaria pesada dentro del área de la antigua Hacienda San Nicolás. En cuestión de horas, estructuras que resistieron siglos fueron reducidas a escombros.
Este acto, calificado como un atentado contra el patrimonio cultural del país, representa una pérdida irreparable no solo para Supe, sino para toda la región.
Nos queda como evidencia que la ignorancia y la indiferencia de un grupo de vecinos llevó a permitir, acceder y actuar directamente en la destrucción de nuestra historia.
Es doloroso reconocer que quienes deberían haber protegido nuestro legado fueron, en parte, los mismos que abrieron las puertas a su desaparición.
*Responsabilidad política y social*
Este hecho debe servir también como una alerta para nuestro futuro cercano, especialmente frente a las próximas elecciones municipales y regionales.
Debemos reflexionar profundamente antes de entregar nuestro voto de confianza a personas que no están preparadas para asumir cargos tan altos dentro de la administración pública.
La ausencia de planes de protección y cuidado de las zonas históricas y naturales más vulnerables demuestra una falla estructural del liderazgo local y regional.
Y esto no es un caso aislado: ya lo estamos viviendo con la invasión y el tráfico de terrenos en las Lomas de Supe, donde áreas naturales están siendo tomadas, loteadas y vendidas a vista y paciencia de las autoridades, muchas veces con la complicidad de funcionarios municipales que negocian por debajo de la mesa con los traficantes de tierras.
Es lamentable y vergonzoso constatar cómo los intereses personales han prevalecido sobre la defensa del patrimonio y la identidad cultural de nuestro pueblo.
Es una pena lo sucedido.
*Impacto en la identidad y el turismo*
La pérdida de San Nicolás no solo representa la destrucción de un edificio antiguo; significa la ruptura de un lazo con nuestras raíces.
Este lugar era una pieza clave para fortalecer la identidad supana, el turismo histórico y el circuito cultural integrado con Caral y Áspero.
Hoy, esa oportunidad se desvanece entre el polvo y la desidia, recordándonos lo mucho que aún debemos madurar como sociedad para valorar lo que verdaderamente nos pertenece.
_*Reflexión final*_
La historia no se borra con una retroexcavadora, pero sí se hiere cuando callamos.
Desde este medio reafirmamos nuestro compromiso de seguir documentando, difundiendo y defendiendo los espacios culturales de Supe.
Porque cada muro derribado es una página menos en el libro de nuestra memoria colectiva.
Y porque la historia no se repite… si aprendemos a protegerla.