14/08/2025
Poner a tu mujer en una posición donde otras mujeres la vean como un chiste, o donde otra diga: “si ella supiera”… es una de las cosas más cobardes que puedes hacer.
Porque cuando tú, como hombre, permites que alguien más se ría de ella a sus espaldas mientras tú la abrazas de frente, no estás solo fallando como pareja… estás fallando como ser humano.
Nada es más humillante que ver a una mujer amando con todo el corazón, mientras otras la miran con lástima… porque conocen una verdad que tú le ocultas.
Nada es más bajo que tener a una mujer que te cree, que te cuida, que te defiende, que te admira… y que al mismo tiempo esté siendo traicionada por quien más debería protegerla.
¿Sabes lo que duele?
Duele imaginarla caminando con orgullo a tu lado, confiada, sonriendo… mientras hay otra que, en silencio, se burla.
Otra que piensa: “Si supiera lo que él me dice cuando no está con ella…”
“Si supiera dónde estuvo anoche…”
Eso no es de hombres valientes.
Eso es de cøbardes.
De los que no tienen el valor de terminar lo que ya no sienten… pero tampoco el coraje de quedarse y ser leales.
Pero engañar, mentir, poner en ridículo a la mujer que duerme contigo… eso es destruir lo más sagrado que tiene una relación: el respeto.
No hay justificación.
No hay “estaba confundido”, “ella me descuidó”, “me sentía solo”…
Nadie merece que jueguen con su dignidad mientras entrega lo mejor de sí.
Porque un verdadero hombre no es el que conquista muchas…
Es el que honra a una sola.
Y si no tienes la madurez para sostener lo que prometiste…
al menos ten la decencia de no dejarla en ridículo.
Porque hay errores que se perdonan…
Pero la vergüenza de haber sido la última en enterarse,
esa… duele para siempre.