18/03/2024
CALUMNIA: La RAE la define como «Acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño». Otra definición agrega: «Acusación para dañar el nombre o reputación de una persona».
Dudo mucho que alguien se levante por la mañana y piense: «Bien, ¿a quién calumniaré hoy?» creo que esto va más allá de planearlo. Es un pecado que, es muy probable, se ha vuelto un estilo de vida.
Si nos detenemos a pensar o examinar todo lo que hablamos con otros durante el día, ¿cuántas de esas conversaciones tuvieron que ver con alguien no presente? Ahora, ¿cuántas de esas conversaciones fueron para edificar y bendecir y cuántas solo para calumniar y chismear?
Nuestras palabras reflejan lo que hay en nuestro corazón, reflejan nuestro carácter. Si en él hay amargura, resentimiento, envidia, odio, dolor miedos, enojos, celos, etc., todo eso lo reflejaremos en nuestras palabras y en la forma en la que nos expresamos de otros.
«El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca» (Lc 6:45).
Qué están reflejando nuestras palabras? ¿Estamos mostrando a otros lo que Cristo ha hecho en nosotras? ¿Aún mostramos nuestra naturaleza caída que nos domina?
Necesitamos al Espíritu Santo, necesitamos dominio propio, acudir cada día al trono de la Gracia, predicarnos el evangelio cada día y recordar que estamos en esta tierra de paso.
Aprovechemos el tiempo tan valioso que tenemos para compartir el evangelio, hablar de la Gracia de Dios, aprovechar el tiempo para mostrar a otros a Cristo resucitado.
No perdamos el tiempo hablando banalidades y cosas que traen división y destrucción, hablemos de lo bueno que ha sido Dios con nosotros y vivamos la sana doctrina que se nos ha enseñado.
Porque sí, la sana doctrina se evidencia en la forma en como vivimos, como nos comportamos, como hablamos, como somos.