
08/08/2025
CENTRO AL ÁREA
Escribe, Nestor Díaz.
Redondo, de Perfil Bajo.🏆
Hoy en día, navegamos en los flashes de las cámaras hacia las estrellas del balompié mundial, las cuales se bañan de likes y reproducciones, para colmar su espíritu de sobrepasar los récords de visibilidad. Esto no sucedió con Fernando Redondo, mediocampista argentino, cuando jugó en la élite de las mejores ligas europeas o cuando lleva una vida alejada del verde. Siempre fue sencillo, humilde, aunque en su palmarés personal es considerado mejor jugador de la UEFA Champions League, y consigue apropiarse del Trofeo EFE al mejor jugador iberoamericano de la década de los gloriosos noventa (ambos premios obtenidos en el 2000). Los reconocimientos personales no son importantes para él; lo es más el afecto de los hinchas, un saludo generoso en la calle, un telefonazo de agradecimiento, una bienvenida en su “natal” (donde “aprendió a caminar” en un equipo de fútbol sala de Talleres de Escalada).
“El Príncipe” debería estar en Madrid. Luego de pasear el balón por el Tenerife, firma por el equipo blanco (gracias a Jorge Valdano), donde toca el cielo con las dos manos. Con el Real Madrid levanta seis títulos: dos Ligas, dos Champions League, una Copa Intercontinental y una Supercopa de España. Todos ellos entre las temporadas del 94 hasta los 2000. El mediocampista defensivo más elegante que nos ha obsequiado el fútbol. ¿Cómo es posible que un jugador que debe romper la estrategia del rival quitando pelota sea fino, estiloso, pulcro? Ese es Redondo. Un futbolista diferente que maravilla a las masas con “arremetidas”, sutiles pases, habilitaciones directas al gol, liderazgo, toques con gentileza y bailes de tango en Madrid. Más tarde con el AC Milán igual lo gana todo. Los niños que no lo observaron jugar en directo tienen mucho que aprender con los vídeos de colección. Este deporte no necesariamente debe ser rudo en la primera línea de volantes, si se cuenta con la creatividad y simpleza de manejar las riendas de un “caballo brioso”; cuando el match se encuentra enardecido por los roces y las manecillas del reloj dan sus últimos giros. “El Príncipe”, de cabellera rubia larga, es el director de orquesta y todo está controlado hasta el pitazo final, después de que sus delanteros marcan las dianas de la gloria. Y, por si fuera poco, sus declaraciones postpartido son de perfil bajo.
Es 19 de abril del nacimiento del nuevo siglo, partido de vuelta de cuartos de final de la Champions League; el Old Trafford es testigo de una jugada legendaria para los ojos del mundo. Minuto siete del complemento: Redondo acarrea “la de cuero” a la banda derecha del Manchester United; el argentino saca el as bajo la manga frente al defensor Henning Berg y, con un taconazo, realiza un autopase que manda a comprar pan a Berg y recoge la redonda a unos metros dentro del área. Observa en segundos el panorama para “compartir” con Raúl y el delantero la empuja a placer y consagra la obra de arte. Es el camino rumbo a la octava merengue, la cual la consiguen con creces en París. El carioca Sávio, titular en aquel “combate”, declaró tiempo después: "Pasarán 100 años y se seguirá recordando esa acción y ese partido". Y es que el estadio inglés se apagó con tan magnífica jugada, y algunos faroles se encendieron para brillar en la historia aquella imagen del “taconazo”. Sir Alex Ferguson es tajante en la respectiva rueda de prensa, anonadado por lo que acaba de presenciar: “Redondo fue el jugador clave, todos los balones le caían a él y no perdía uno, parecía que tenía un imán". No parecía; tenía un imán en los pies desde niño, que aprendió a darle al balón como un cuajado hombre. Ante una entrevista en La Nación, el príncipe esbozó sobre la jugadaza en el Old Trafford: “La había hecho en inferiores, nunca en Primera, quizás en algún entrenamiento. Fue inspiración, lo sentí ahí, y viste que decidís en milésimas de segundos, ¿no?”
Con la selección argentina, Fernando Carlos Redondo Neri participa, entre sus principales apariciones, en el Mundial Alemania 1990 y en la Copa América 1993, en la cual se consagra campeón del continente. Cuando coge la batuta albiceleste Daniel Passarella, expide algo insólito a los futbolistas para ser convocados: cortarse el cabello. A lo que el príncipe no accede, argumentando que está en contra de sus principios. Cuánta falta le hizo a Passarella, por su capricho; no pudo contar con el que manejaba los hilos de una volante colmada de estrellas, pero sin el diferente. La afición lo sigue amando igual, ya que actúa correctamente y no se amilana ante nadie dentro y fuera del rectángulo de juego. En un matchs amistoso frente a Brasil, anula por completo a Rivaldo, y se proclama como el mejor jugador de aquel encuentro. Siempre regala su camiseta al contendiente porque ellos lo piden, para un cuadro en su habitación o para algún familiar que lo solicitó con anticipación. Aquella playera que desprende elegancia, como remar al compás de unas olas apaciguadas por el viento. Redondo, de perfil bajo, en la actualidad es embajador de La Liga en Argentina, y se encuentra al tanto de “ponerse el buzo” para dirigir algún club o selección de élite. Ya deseamos verlo en el banquillo, con un cuadro que juegue realmente a la pelota y palpite cada tribuna: olé, olé… ¡Centro al área y tú tienes el balón!