25/07/2025
Me llamo Willian Medardo Chiroque Távara. Nací el 10 de marzo de 1980 en Chulucanas, Piura. En ese rincón del norte, entre calor y viento, empezó todo. Mi infancia estuvo marcada por la necesidad, pero también por un sueño: el balón. La pobreza me forjó. El fútbol me rescató.
Defendí camisetas como las de Sporting Cristal, Juan Aurich, César Vallejo, Cienciano, Alianza Atlético y otros equipos. Alcancé títulos, levanté copas, pero nada igualó la emoción de jugar por la selección.
En la Copa América 2011 hicimos historia: logramos el tercer puesto. Yo anoté un gol y di una asistencia. Escuchaba a la hinchada gritar “¡Periquito!” y no lo creía… ese niño del norte estaba entre los grandes, junto a Paolo Guerrero y otros cracks.
Con los años llegaron las lesiones.
En 2018, tras mi paso por Atlético Grau, decidí colgar los botines. El adiós fue difícil, como lo es para muchos. Pero no me rendí. Volví a mis orígenes.
Hoy trabajo junto a mi padre cultivando limones en Morropón, Piura. La tierra me enseñó a esperar. Ahora recojo limones con las mismas manos que alzaron trofeos.
Y cuando creí que mi etapa como jugador había terminado, el fútbol volvió a mi vida. En 2024, con 44 años, regresé a las canchas. Primero con Sport Pilma, y ahora con Olimpia FC, en la Copa Perú. En mi debut, marqué dos goles. El alma sigue viva, aunque el cuerpo ya no responda igual.
No me apena. Fui futbolista. Hoy soy agricultor. Pero sigo siendo yo. El que jamás se rindió.
Del estadio al campo de cultivo. De los aplausos al silencio. Pero con el corazón lleno de ilusiones.
Porque el Periquito no se fue… solo cambió de terreno.
📝 Este relato no es una declaración oficial. Es una reconstrucción narrativa basada en hechos reales.