
07/08/2025
Con vocación de futuro la restauración de la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción en Cayey del siglo 18.
Redacción La Cordillera
En pleno corazón del centro urbano de Cayey, un gesto técnico se convirtió en acto de revelación. Durante los trabajos de restauración de la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción en la plaza pública Ramón Frade, se retiraron las losas de mármol de la pared posterior al altar, y lo que emergió no fue solo una estructura antigua, sino una voz silente del siglo XVIII que vuelve a hablar.
La historiadora Dra. Aida Mendoza, señaló que “durante los trabajos en el altar, se descubrió una pared de ladrillos, piedras y mampostería que había permanecido oculta durante décadas. Según observaciones preliminares, esta estructura podría remontarse a los años finales del siglo XVIII, cuando la parroquia comenzaba a tomar forma como espacio de encuentro espiritual y comunitario. La construcción formal se registró en 1815 con antecedentes desde 1787, y está inscrita en el Registro Nacional de Lugares Históricos de los Estados Unidos desde 1984, y en el Registro de Sitios Históricos de Puerto Rico desde el año 2000”
La historiadora añadió que el altar fue intervenido en el siglo XIX y nuevamente en 1965 con losas de mármol estilo greco “y ha sido testigo de generaciones, de silencios, de plegarias y de duelos. Hoy, esa pared revelada se convierte en umbral: entre lo oculto y lo visible, entre lo que fue y lo que aún puede ser. Es un puente entre el pasado que atesoramos, el presente que vivimos y la apertura a las nuevas generaciones de cayeyanos y puertorriqueños”.
Por su parte, el alcalde de la ciudad, Rolando Ortiz Velázquez, señaló que la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción es un espacio consagrado por siglos, que se reafirma como lugar de revelación, dignidad y resguardo. Que este hallazgo sea nombrado, cuidado y celebrado como lo que es: una pared que habló, y una comunidad que supo escuchar. Al igual que tantas otras denominaciones religiosas en Cayey, respetamos y honramos las diversas manifestaciones de adoración al Creador”.
Es reconocido por los expertos que las labores de restauración de lugares históricos es muy detallada, documentada y costosa. Por ejemplo, en una visita técnica realizada al templo cayeyano el 16 de julio de 2025, se ofrecieron recomendaciones para restaurar la pared con respeto por su antigüedad y su carga simbólica. “La remoción de las superficies debe ser por manos expertas, no como demolición, sino como gesto de escucha. La intervención debe ser realizada por profesionales en restauración patrimonial, capaces de leer la historia en cada grieta”.
A nivel ejecucional y de materiales, en dichos casos de aplica silicato de etilo, a los fines de consolidar lo poroso, lo frágil, lo que ha resistido. Este material fortalece la estructura sin borrar sus huellas. Luego se trabaja la pared en dos fases. Primero, con un mortero grueso que rellene los vacíos. Luego, tras cinco días de reposo, un mortero más ligero que alise sin silenciar. Como quien acompaña un duelo con paciencia.
“Estas técnicas, compatibles con materiales históricos, permiten no solo conservar, sino también dignificar el altar. Este hallazgo no es solo arquitectónico. Es ritual. Es comunitario. Es testimonio. La pared revelada invita a una ceremonia de contemplación, donde cada ladrillo es una plegaria, cada piedra una historia, cada grieta una posibilidad de consagración. No se trata solo de restaurar una pared, sino de acompañar un tránsito: del ocultamiento a la revelación, del riesgo al cuidado, del silencio a la memoria viva”, finalizó Mendoza.
Calce: Fotos del templo y del altar.