14/12/2025
A veces no hace falta mirarnos al espejo.
Basta volver a un lugar que no ha cambiado para darnos cuenta de cuánto hemos cambiado nosotros.
Mi primer gran viaje fue después de los 21. Ya estudiaba en la universidad y trabajaba. Lo planeé como el proyecto más importante de mi vida y elegí un destino que me marcaría para siempre: Costa Rica.
Llegué con un grupo y sin GPS. Recorrimos el país del centro al Pacífico, luego al Caribe, de norte a sur, como si siguiéramos un mapa imaginario. No sabíamos dónde dormiríamos ni qué comeríamos, pero sí que estábamos viviendo una de las experiencias más grandes de nuestras vidas.
Hoy regresé. Encontré un país con un crecimiento evidente, un desarrollo económico notable y un turismo deslumbrante, profundamente conectado con su naturaleza y con espacios arquitectónicos que hoy son referencia.
Y aun así, la naturaleza sigue siendo tan impresionante como aquella primera vez. Un volcán sin lava, una tierra sin temblores, pero igual de imponente, escondida entre nubes que conservan su misterio.
Esta vez fue diferente, pero igual de maravillosa.